“Amarás al señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”
Queridos hermanos: Estamos ante el Domingo XXX del Tiempo Ordinario. La Primera Lectura es del libro del Éxodo, donde nos habla de no abandonar al forastero ni a las viudas ni a los huérfanos. Es interesante porque dice la Escritura: “No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo”. Todo lo que dice la Palabra son acontecimientos que tenemos que vivir para ser cristianos, para que Dios nos ayude en medio de la pandemia a que seamos generosos, humildes como él es.
Por eso respondemos con el Salmo 17, que dice: “Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador”. Es decir, tú eres en donde yo me apoyo cada día para ser feliz. “Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte”. Apoyémonos en Dios en medio de esta pandemia, en la que vemos que no tenemos dinero, no tenemos trabajo. Él es el único que nos da la felicidad.
La Segunda Lectura es de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses, dice: “vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca”. En la situación de dificultades en la que nos encontramos, ¿dónde podemos refugiarnos si no es en Dios? Él nos invita a abandonar los ídolos, el ídolo del dinero y de las falsas seguridades, para servir al otro, al que está cerca de ti, el prójimo.
Por eso respondemos con el Aleluya: “El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a Él”. El santo Evangelio de este domingo es según San Mateo dice que “en aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: —«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?». Él le dijo: —”Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. El Señor dice “amarás”, en plural y en futuro, Jesús nos enseña e invita a amar a Dios y al prójimo como a ti mismo para tener vida eterna. Por eso en la situación que estamos viviendo en nuestras casas, preocupémonos por nuestros vecinos, de nuestros familiares, del prójimo, porque allí está Dios. ¡Ánimo, hermanos!, el Señor quiere regalarnos con esta pandemia el retorno al Dios verdadero, vivir el Sermón de la Montaña. Que la bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos ustedes.