¡Alzamos la voz por el Perú!
La Embajada de Brasil jamás debió otorgar asilo a Nadine Heredia Alarcón, procesada, sentenciada y en fuga. ¡No es una perseguida política, es una investigada por corrupción! El asilo político no debe ser refugio para quienes traicionaron al país, sino una figura para los verdaderamente perseguidos por sus ideas. En este caso, una burla a nuestra dignidad nacional.
Lo más indignante es que Dina Boluarte y su gobierno –que, según el artículo 115 de la Constitución, debió convocar a elecciones y no perpetuarse en el poder– hoy facilita la impunidad de una figura que simboliza el abuso de poder y el uso indebido del Estado. ¡Salvoconducto vergonzoso! Esto no es un simple trámite diplomático. Es un acto de encubrimiento, complicidad política, muestra de cómo se protege y permite que los poderosos escapen mientras los inocentes siguen esperando justicia.
Este acto no solo mancha la diplomacia peruana, sino que hiere la confianza de todos los ciudadanos que sí creemos en la justicia. Más de 50 testigos han declarado y confirman los negociados de Nadine Heredia. Las pruebas están en expedientes, cuentas bancarias, testimonios, transferencias de dinero, contratos direccionados y las decisiones paralelas al gobierno de turno. Son hechos documentados.
Y mientras tanto, Ollanta Humala Tasso, su esposito y expresidente, sí enfrentó a la justicia sin pedir asilo, ni alegar persecución. ¿Dónde está la coherencia? ¿Dónde está la ley que nos debe regir a todos por igual? ¿Por qué ahora se protege a Nadine? ¿Qué intereses se ocultan? ¿A quiénes teme este gobierno?
Lo que ha ocurrido es indignante. Pero más grave aún es el silencio cómplice de las instituciones que deberían estar al frente de la defensa de la legalidad: ¿Dónde está la abogada Delia Milagros Espinoza Valenzuela, fiscal de la Nación? ¿Dónde está la presidenta del Poder Judicial, abogada Janet Ofelia Lourdes Tello Gilardi? ¿Dónde están los jueces valientes y los fiscales íntegros que no se dejan comprar ni intimidar?
No podemos seguir siendo testigos pasivos de cómo se desmorona el Estado de Derecho. Cuando las autoridades callan, el pueblo debe hablar. El Perú no puede seguir aceptando estos atropellos. La justicia no puede ser solo para los pobres. La ley no puede ser un arma selectiva.
¡EL PUEBLO MERECE JUSTICIA REAL, TRANSPARENTE, VALIENTE! Este no es solo un escándalo político, es una traición al pueblo peruano. Cada acto de impunidad es una bofetada a las madres trabajadoras que luchan cada día por alimentar a sus hijos, a los jóvenes que sueñan con un futuro digno y creen que su país les dará oportunidades, por los emprendedores que, a pesar de todo, siguen apostando por el Perú, a los miles de peruanos que madrugan y luchan por sobrevivir. Ellos no tienen salvoconductos, ellos no pueden escapar.
Como mujer, abogada, patriota, ¡ALZO LA VOZ! Mi compromiso es firme, con la fuerza de la verdad, con la fe en el cambio, y con el coraje de no rendirme ante la corrupción ni arrodillarme ante el poder. ¡Caiga quien caiga!
No permitamos que nos roben también la esperanza. La justicia no se negocia, la justicia se cumple. Este país necesita un nuevo rumbo, donde el poder no sirva para blindar delincuentes, sino para proteger a los más vulnerables. Cuando la justicia se burla, el pueblo se levanta. Con firmeza, con convicción, con amor por esta tierra que me vio nacer, seguiré caminando con ustedes. Porque un país justo no es un sueño, es una decisión. Con el pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
He dicho.
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