All in the family
Soy un entusiasta creyente en la familia tradicional: trinomio madre, padre, hijos. Vengo de una de ellas y creo que sale gente mejor formada y con mejores valores incluyendo a las ovejas negras de la familia, como es mi caso. Pero sobre la familia hay algunos puntos con mis amigos conservadores que deberían ser aclarados y que no comparto.
Por ejemplo, creer que la familia tradicional es equivalente a una familia natural. Está comprobado que esto no es así. En la naturaleza son pocas las familias con el trinomio antedicho. Por lo general, es regla que el macho de la especie mamífera se desentienda de la hembra y las crías una vez consumada la reproducción.
No debería ser diferente en la especie humana si no fuera por factores culturales y no naturales. Otra discrepancia que tengo es el factor religioso. Es decir, que la familia tradicional tiene como fuente de cohesión y de amor imperativos religiosos, para más señas, en occidente, los cristianos. La historia demuestra cómo esto no es así.
En civilizaciones cristianas como las europeas de los siglos XVI, XVII y XVIII la clase aristocrática actuaba de manera muy diferente a los creyentes de hoy en día. Los padres se desentendían completamente de sus hijos confiándoselos a preceptores o internados y no los veían más que un par de veces al año. La costumbre actual de la lactancia era anatema para las reinas, princesas, archiduquesas, condesas o marquesas. Esa tarea estaba destinada para el populacho de las nodrizas que se encargaban de amamantar a los hijos de la élite. Las muestras de afecto eran tabú y hasta la edad de la preadolescencia los hijos varones vestían de mujer como se puede ver en el Louvre, el Prado o el Hermitage. Y nadie podrá negar del fervor religioso de un rey cristianísimo como el de Francia o uno católico como el de España y con ellos toda su corte.
Pero hay más. En las Sagradas Escrituras, aquél que debería ser parte de ese trinomio padre-madre-hijo desaparece sigilosamente de la historia. San José nunca fue padre de Jesús y nadie sabe qué influencia tuvo en su vida como padre postizo. En síntesis, la religión no es un buen argumento para el sostén de una familia tradicional. Más bien esta se asienta en los usos y costumbres de la así llamada clase burguesa (comerciantes, industriales, banqueros, etc.) y que es la que conocemos hasta nuestros días en que la competencia cultural de otra clase de familias disfuncionales y alternativas le han quitado el monopolio que tenían desde la Revolución Francesa.
El futuro de la familia tradicional y de su competencia cualquiera que sea estará en la clase de hijos que alumbren u oscurezcan la civilización occidental.
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