Alertas ante las elecciones 2026
La peligrosísima parálisis económica y el fenomenal caos político que embarga hace dos décadas al Perú —por culpa de las tropelías cometidas por sucesivos ex jefes de Estado— mantienen inmovilizada la inversión privada. Consecuentemente, aquello margina el desarrollo nacional a niveles de espanto. Contrastemos lo que fuera esta nación durante la década de los noventa con lo que es hoy, después de que el quinqué de incapaces y corruptos: Alejandro Toledo, Ollanta Humala, PPK, Martín Vizcarra y Pedro Castillo (sin olvidar a su incompetente heredera, Dina Boluarte), tuviesen en sus manos (Boluarte aún las tiene) el destino de este país. ¡Semejante atentado contra treinta y tres millones de peruanos no debe —pero desdichadamente, sí puede— quedar impune! El mero hecho debiera constituir una alerta insoslayable para que, a futuro, los peruanos jamás permitamos que retorne al poder gente tan inmoral, tan sinvergüenza y miserable como esta escoria que acabamos de mencionar, culpable del caos sociopolítico y del desmejoramiento permanente de una otrora solvente y boyante economía peruana, comparada con el concierto de naciones latinoamericanas.
Citaremos dos ejemplos del colosal daño perpetrado por ese póquer de canallas. El primero, en el campo de la minería; el segundo, en la “nueva agricultura”. La riqueza minera peruana viene de siglos, confirmada por aquella grandiosa capacidad que ha mostrado mientras los gobiernos no interfieran en su gestión o no confisquen los denuncios que vienen de siglos; menos todavía, estatizen las minas (socavones y maquinaria/equipos). ¡Como sí dispuso la oprobiosa dictadura de Velasco Alvarado! Resultado: la minería dejó de pagar impuestos; las huelgas mineras se multiplicaron y el país se endeudó a niveles vesánicos. Sobre nuestra agricultura, basta recordar su capital importancia en la formación del PBI nacional. Hasta que un procastrista apellidado Velasco confiscó todas las tierras productivas, mediante una cleptómana reforma agraria. ¡Desde allí nos transformamos de productores a importadores de alimentos! Luego, en la década de los noventa del siglo pasado, la visión de nuestros agricultores/emprendedores hizo que transformáramos otrora improductivos arenales en un gigantesco vergel, sembrando cientos de miles de hectáreas de arándanos, espárragos, uvas. ¡Somos los mayores productores mundiales, entre otros, de estos productos de colosal demanda mundial! Pero como, por supuesto, en este país se castiga el éxito, aquel infame socialista, presidente accidental Sagasti, se encargó de eliminar la exitosa ley de promoción del agro, dictada por su odiado expresidente Fujimori, colocando a los agricultores —consecuentemente al Perú— en un gravísimo predicamento.
Avistando las elecciones 2026, necesitamos transmitirle a la población votante que “no deje que regrese al poder gente de izquierda, de la calaña tan inmoral e incapaz que hemos tenido”, culpable de este caos sociopolítico, económico y jurisprudencial en que hoy se debate este otrora económicamente exitoso —aunque políticamente desastroso— país, junto con algunos latinoamericanos, solo por culpa, insistimos, de estos infames cinco inútiles, malos gobernantes izquierdistas. Los comicios del 2026 marcarán la definición del futuro de nuestros descendientes, amable lector. Nos historia juzgará, muy severamente, si somos tan incapaces de no alertarle aquello a nuestro círculo de influencia.
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