Alberto Fujimori y los antifujimoristas
Alberto Fujimori, como el presidente Augusto B. Leguía, será siempre un personaje controvertido en la historia del Perú. Aunque no tendrá su nombre en plazas ni avenidas, su gobierno marcó un antes y un después en la política del país. Fujimori modernizó el Estado con la ayuda de tecnócratas formados en el extranjero. Durante su gestión, se crearon instituciones clave como la SUNAT e INDECOPI, que transformaron el manejo económico y administrativo del país. Además, reinsertó al Perú en el sistema financiero global y combatió la hiperinflación de manera eficaz. Sin embargo, la faceta más destacada de su mandato fue su decisión de combatir el terrorismo de manera frontal.
Fujimori no buscó negociaciones ni cedió espacios a la izquierda radical; actuó con determinación contra Sendero Luminoso y el MRTA. Esta postura generó una gran polarización. Para la izquierda peruana, el rechazo a Fujimori no se debe únicamente a su figura, sino a la demolición del modelo estatista que dejó la dictadura velasquista. Fujimori eliminó el control estatal sobre la economía, una acción imperdonable para muchos de sus detractores, quienes defienden el rol empresarial del Estado porque les permite beneficiarse del dinero público. Tras la reciente muerte de Fujimori, surge la interrogante: ¿a quién apuntará ahora la artillería de los antifujimoristas? Es probable que enfoquen sus esfuerzos en Keiko Fujimori, quien, a pesar de las críticas, sigue siendo una figura central del fujimorismo. La única esperanza de la izquierda de llegar al poder podría ser enfrentarla en una segunda vuelta electoral. Su alianza depende de que Keiko participe; de lo contrario, el fujimorismo corre el riesgo de quedarse sin representación parlamentaria y desaparecer del escenario político.
Respecto a la condena de Alberto Fujimori por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, la figura de “autoría mediata” sigue generando debate. ¿Fue justa esta condena? Algunos argumentan que fue un invento jurídico, aplicado retroactivamente sin una base sólida en la legislación peruana. Consideran que el tribunal, presidido por César San Martín, tenía un mandato claro desde el principio: condenar a Fujimori. Incluso se filtraron correos que mostraban a los jueces consultando con abogados españoles para encontrar formas de sentenciarlo.
A pesar de sus aciertos, como la lucha contra el terrorismo y la estabilización económica, Fujimori también cometió errores graves. Uno de ellos fue anunciar su candidatura a la Presidencia a pesar de su delicada salud. Su legado es complejo: sin su decisión de autorizar a los comandos retomar la residencia del embajador de Japón, los grupos terroristas podrían haber conseguido representación política, como ocurrió en Colombia. Pero, a pesar de este enfoque decisivo, su gobierno cargó con el peso de violaciones a los derechos humanos que la historia no perdona.
Finalmente, muchos jóvenes antifujimoristas desconocen la gravedad del terrorismo que vivió el Perú. Educados en un entorno académico con sesgo izquierdista, no han aprendido a valorar los principios democráticos ni a entender completamente los sacrificios del pasado. Este desconocimiento es terreno fértil para la polarización actual. Fujimori dejó un país diferente al que recibió, pero su legado sigue siendo materia de debate y controversia.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.