Al Perú con cariño

Es una de esas obras que se agigantan con el cuidado dedicación y tiempo que han recibido, obras de las que el dicho dice, son amores, y es eso, amor, lo que Ernesto Flores Caro ha puesto entregado ofrecido confesado durante esos trece años en que como místico peregrino recorrió este Perú que descubre y entrega pensando y sabiendo que la razón que lo hace compartir es la sencilla y total devoción de maestro que piensa y actúa teniendo como fin los alumnos, y es a ellos a quienes dedica su Atlas Musical del Perú, ese pequeño gigante que muy bien nos vale para ser nuestro saludo, y también nuestro confesado cariño por el Perú, cariño que siendo diario tiene hoy especial tono y compás por tener el Atlas en Crónicas, por la cercanía del 28, día que es de todo el Perú, al que Ernesto le ha hecho esta tan grande ofrenda.

Está en casa, viene a conversar, es encuentro que tomó un poco más de tiempo del que pensamos pero fue tiempo perfecto para escucharlo hablar de su Atlas con ese modo tan lejano tan ajeno del palanganear, no tan escaso modo y tono peruano. No lo tiene, no hay ni asoma porque la obra está ahí a la mano y a la vista. Son esas 136 páginas en que Ernesto ha querido y podido, como dice Verónica Chú Saavedra, “… compendiar, sintetizar y sobre todo ordenar, para integrar -sin distinciones - lo clásico, lo popular, lo ancestral y lo académico sobre las manifestaciones musicales de cada región y de esa manera elaborar un texto atractivo y didáctico para quien requiera información sobre el tema”. Y la encontrará con breve historia de la música, el carácter, las formas musicales y uso de los instrumentos en las épocas pre incaica, inca, virreinal, republicana hasta mediados del siglo XX y contemporánea.

Está muy claro el recorrido trazado que hizo por las regiones escuchando, poniendo atención a la música, historias, viendo tocando los instrumentos, investigando, como sobre las chirimías en Lambayeque y su similar la chirisuya que puede ser encontrada hasta en Bolivia. Con la paciencia del amador Ernesto ha viajado recogiendo con delicadeza, preguntando con interés y conocimientos, conversado con los lugareños, como en Lamas con el maestro Darwin Zarria que es un guía no sólo en la música sino en el idioma quechua y su presencia en la región.

Javier Echecopar Mongilardi, gran guitarrista y estudioso peruano dice en la contra carátula del Atlas musical del Perú, “El hecho de haber recorrido las diferentes regiones del país, y en cada lugar sostener encuentros con músicos y personalidades culturalmente representativas, ha hecho que estas reuniones y/o tertulias se conviertan en encuentros vivenciales de mayor cercanía. Algo que no solamente le ha brindado mayor autenticidad a su trabajo, sino que crea una sinergia virtuosa, horizontal y de ida y vuelta”. Igual ha sido su paciencia al escribir con esa intención de claridad, facilidad para la lectura con la ausencia de complicadas explicaciones.

El texto y las partituras están seleccionadas pensando en el lector que podrá encontrar todo ese mundo de información con que puede acercarse a los compositores, música y letra de canciones tradicionales que reseñados en cada departamento son identidad regional. El lector tiene en el Atlas una nueva puerta abierta por la que puede avanzar sembrando, despertando, alimentando el sentido de tierra, de patria como razón del día a día.

Ernesto, limeño, celebró su cumpleaños el pasado 18, estudió primaria y secundaria en el CEP Peruano Chino Diez de Octubre; Ciencias de la Comunicación en la Universidad Federico Villarreal, guitarra clásica en el Conservatorio Nacional de Música; tiene en su haber muchos premios, distinciones, diplomas y cursos de especialidad; labor docente en colegios y la Universidad Nacional de Ingeniería. Como concertista de guitarra clásica ha sido participante en los Festivales Internacionales de Zaragoza, España; Felletin, Francia; Viana do Castello, Portugal, de FEFOMACH, Chile. Tiene en cartera una larga lista de invitaciones para presentarse en ciudades peruanas y del extranjero. Un peruano para recordar un Atlas para conocer.

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