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Al otro lado del cuadro

Fecha Publicación: 09/12/2023 - 22:30
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“Sí. La pintura para mí fue un reencuentro. En algún momento, muchos años atrás, la dejé por otros caminos y volví a ella, hace pocos años, como con la curiosidad de ver a un viejo amor, sin pretensiones de nada. Fue como estar de nuevo en casa”. Me respondió Lali García Almeyda, en enero pasado, luego de exponer en una de las ferias de libros, que organizamos con la Fundación Iberoamericana para las Artes. Lali es poeta y artista visual, el 2008 tuve el honor de publicar su primer libro “Hiperestesia”.

En aquel entonces declaró en una entrevista para este diario: “Quiero evidenciar la naturaleza vulnerable del ser humano, que se intrinca en prevalecer y se toma muy en serio, quiero pensar que la muerte es un paso, una transición para continuar con lo siguiente, sea lo que sea lo siguiente. Si el universo es infinito la vida no puede tener fin”. Hablaba de la vulnerabilidad de nuestra naturaleza y la pintaba. Recuerdo una imagen sobre un fondo lila al que durante meses le cambió el color del pelo, de la piel, era un cuadro como de alguien que pretendía salirse del bastidor acaso para hacerse uno con el tacto que lo pintaba. Nunca se lo pregunté, pero siempre tuve la impresión de que se trataba de ella misma en su búsqueda por intentar una voz, un estilo para representar su personalidad. Ahora, quince años después, habiendo realizado exposiciones, en Perú y el extranjero, habiéndose afirmado como una de las artistas con mayor proyección en el circuito hiperrealista, me atrevo a decir que la pintora siempre estuvo allí, retándola para que libere, con sus trazos, la expresión de lo que contempla.

Por eso, en contraposición a lo que declaraba respecto a la poesía y su hegemonía coloquial, en la pintura eligió no detenerse en lo abstracto ni en el arte conceptual, el suyo fue un reencuentro con el renacimiento, con ese realismo que apuesta por la naturaleza, que la captura con una habilidad creativa que exige dominar técnicas que durante décadas estuvieron postergadas. Hace unos días culminó su individual “Antropoceno”, exposición que recuperó el concepto popularizado por el neerlandés Paul Crutzen, con el que Lali García Almeyda dejó en claro su preocupación por capturar en imágenes el impacto del hombre sobre la tierra. “Siempre he estado relacionada con el arte, de alguna forma, desde niña; con el dibujo, la música, la poesía; han sido mis compañeros y yo he buscado absorber lo mejor que podían darme”, decía hace un año. “Este es el último intento/ Acá dejo mis manos/ Mis ojos/ Mis piernas/ Mi pecho/ A manera de homenaje/ Me entrego”. Capitula en unos de sus versos. Y allí radica su coherencia: en ese tránsito del verbo hacia el color, el volumen, las formas. Por eso, observar sus imágenes, es leer la emoción, su tacto, la imagen que pinta al otro lado del cuadro.

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