Agricultura sin demagogia

Conforme se aproxima la campaña agrícola grande de la Sierra, es indispensable que, dentro del proceso de reactivación de la economía, el Gobierno y, especialmente el Ministerio de Agricultura, se pongan las pilas con el apoyo a ese sector permanentemente postergado y cuyo inmenso potencial jamás ha sido explotado debidamente.

Si bien ya se han dado algunos pasos, la caída del Agro Banco -dedicado por funcionarios corruptos a financiar a empresas que nunca pagaron y que jamás debieron recibir esos fondos- produjo una brecha enorme de credibilidad que hoy persiste porque hasta hoy, en palabras de Amparo Hancco, dirigente agraria puneña, la ayuda no llega a los agricultores.

Y eso es lo que viene ocurriendo desde hace muchos años en los que se ha priorizado la agricultura de la Costa. Basta un ejemplo que conozco muy de cerca: al iniciarse el boom internacional de la quinua, el régimen lanzó el programa Pro Quinua para promover el cultivo de ese maravilloso alimento en la Costa con catastróficos resultados, ya que no se previó ni la aparición de plagas que no existen en el Ande de donde proviene el grano de oro, ni las limitaciones de mercado conectadas al uso de químicos para combatir las plagas ni mucho menos el propio tamaño de la demanda mundial que fue ampliamente rebasada por la producción de Perú y Bolivia.

Entretanto, la demagogia y la ignorancia del régimen humalista promovieron un alza artificial del precio de la quinua en el campo que, conjugado con el incremento real proveniente del -al inicio- fuerte crecimiento de la demanda externa, provocaron en corto plazo una grave e incontrolable crisis que determinó la caída del mercado y, en el interregno, de los parámetros de calidad y los índices de producción.

Hoy, el promedio de producción por hectárea de quinua en la Sierra ha bajado en un 20 a 30 por ciento y, lo que es más grave, la generación de quinua orgánica ha quedado seriamente mellada en un escenario en el que el Gobierno no entiende aún cuál es el papel que corresponde a cada uno de los actores de una cadena productiva en la que el principal mercado es el de exportaciòn.

Este es un caso emblemático que no puede ni debe repetirse: se requiere dar a la pequeña agricultura familiar capacitación, semillas certificadas, proyección de mercado y, por supuesto, crédito, además de un fortalecimiento estructural del INIA.

Presidente de Perú Nación-Presidente del Consejo por la Paz