Adiós al tren de cercanías
El exgobernador de Ica, Fernando Cillóniz, acaba de denunciar que el gobierno de Vizcarra ha desechado la construcción del Tren de Cercanías Barranca-Lima-Ica. Una iniciativa que formaba parte –como el proyecto estrella- del presunto plan de gobierno que presentó formalmente la plancha presidencial que integraba el actual mandatario. US$ 3,400 millones es el presupuesto de esta obra que descongestionaría la peligrosa y trágica carretera Panamericana –la única vía que integra de Norte a Sur el extenso territorio nacional- con lo cual se mejoraría no solo la calidad de vida ciudadana sino que se reducirían el tiempo y los costos de traslado de pasajeros y carga, alentando el ingreso del país a la innovación y eficacia frente al hoy catastrófico transporte público.
Esta decisión retrata en toda su magnitud la desastrosa gestión del gobierno a cargo de un improvisado como Martín Vizcarra. Un tipo incapaz siquiera de hacer el esfuerzo para no seguir engañando a tantísima gente que votó por la plancha presidencial que él integró, probablemente entusiasmada por la iniciativa del Tren de Cercanías que ofrecía como aporte al país en caso ganara las elecciones. ¡Nada de nada! Si Vizcarra ni siquiera se preocupa por paliar el cataclismo al que viven sometidos los peruanos por el tsunami de la delincuencia criminal; ni se le mueve un pelo frente a la recesión económica que ha esfumado la oferta de trabajo y afectado la cadena de pagos; ni se angustia por el vía crucis de millones de peruanos que hacen colas durante semanas para conseguir un ticket que un mes después tendrán que presentar en algún hospital estatal para que vuelvan a citarlos, repitiendo previamente el drama de las colas pese a estar delicados de salud. No, amigo lector. A Vizcarra los peruanos le importamos un caracol. ¡Sólo se preocupa por sí mismo! Su única meta consiste en sobrevivir a costa, incluso, de desestabilizar sociopolítica y económicamente al Perú echando por tierra el esfuerzo, el ánimo y la perseverancia que los peruanos tuvieron que tributar para salir de la crisis general que produjo el socialismo criollo del último cuarto del siglo XX.
La Carretera Panamericana –al menos el tramo que discurre por el Perú- equivale en cualquier país a una vía auxiliar de ínfima calidad y rodeada de toda suerte de riesgos. Como gran cosa, después de setenta años se han ampliado los tramos Lima-Pisco y Lima-Huacho a dos vías, de dos carriles cada una. No tres ni cuatro, como sucede en Ecuador, Chile, Brasil, o Colombia, por aludir a naciones vecinas. Por tanto, en pleno tercer milenio el 85 % de la Panamericana que atraviesa nuestro país sigue siendo de una sola pista. Pero recordemos. Hasta los años sesenta existía el tren Lima-Huacho. Hoy no queda siguiera el rastro de sus rieles. Hemos involucionado espantosamente. No obstante, el presidente Vizcarra se ha opuesto a que la empresa China Railways financie y construya la obra que constituyera el proyecto cumbre de la propuesta de gobierno que presentara el mismo Vizcarra, como integrante de la plancha ganadora.