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Adiós Adrianzén

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Fecha Publicación: 10/05/2025 - 22:50
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Junto al humo blanco que consagró al obispo estadounidense-peruano Robert Prevost como el nuevo papa León XIV, han surgido las balotas negras parlamentarias y ciudadanas que plantean poner fin al insulso y decrépito premierato de Gustavo Lino Adrianzén Olaya.
La ligereza con la que relativizó el secuestro de los 13 servidores de seguridad minera en la provincia de Pataz, poniéndolo bajo la condición de un posible hecho falso, ha sido la gota que derramó el vaso de la paciencia de muchos ya agobiados por este ministro de hablar pomposo y proclive a la sobonería presidencial. El espantoso asesinato de esos 13 a manos de bandas criminales dedicadas a la minería ilegal no solamente lo ha puesto en ridículo, sino también ha propiciado dudas legítimas sobre la consistencia de la estrategia de nuestras fuerzas del orden para combatirlas.
Porque es de suponer que esa desafortunada declaración de Adrianzén estuvo sustentada en informes de inteligencia cuyo segmento de análisis derivaba hacia dicha conclusión. La fuga hacia Colombia del delincuente Miguel Rodríguez Díaz, alias “Cuchillo”, tras la matanza de Pataz —siendo el principal sospechoso de haberla organizado— prueba también que la desarticulación del Estado (antes: estado) entre las instancias llamadas a ser un puño contra el crimen transnacional (Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Ministerio Público) nos pasa factura. Todos se tiran la pelota de la responsabilidad sin viso alguno de solución a sus controversias.
Pero sumemos igual las escandalosas fugas del penal de Lurigancho y del centro juvenil de diagnóstico y rehabilitación de Lima (conocido como “Maranguita”) de las últimas semanas, las cuales revelan un alto grado de negligencia y corrupción en los sistemas de vigilancia de las mismas. Todo esto tiene como eje la vulneración de la seguridad pública que está arribando a niveles desesperantes. A diario se reporta la muerte por asesinato de emprendedores que administran unidades de transporte, comercio minorista, colegios, escenificaciones artísticas y otros. La responsabilidad política de Adrianzén es inequívoca y su salida del gabinete, una urgencia en provecho de la moral ciudadana.
Ni por asomo debemos aspirar a que Boluarte encuentre una persona capaz de conducir la presidencia del Consejo de Ministros con aplomo y realismo. La experiencia demuestra que el requisito fundamental para ocupar el ala este de Palacio de Gobierno (antes: palacio de gobierno) es la absoluta subordinación a los designios de la presidenta (antes: presidente) y el ejercicio de su defensa en las materias donde ella exhibe frivolidad, intolerancia o encubrimiento. Sin embargo, esperemos siquiera un ciudadano o ciudadana que nos otorgue la sensación de no ser un felpudo como Adrianzén Olaya y maneje esta (antes: está) etapa final del gobierno boluartista con criterio mínimo para contrarrestar la violencia cotidiana propiciada (antes: propiciadas) por las bandas delincuenciales.
Adiós Adrianzén. Tu hora ha llegado. Que el Congreso no cometa la temeridad de blindarlo.

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