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Además del límite de edad, la malentendida y peor aplicada meritocracia

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Fecha Publicación: 06/10/2024 - 21:50
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En principio, debo advertir que estos comentarios no se inspiran en lo que viene sucediendo con una integrante actual de la Junta Nacional de Justicia, la cual debió haberse retirado desde que alcanzó el límite de edad, previsto en la norma legal vigente. Pues, por el contrario, son razones que se motivan en la importancia que tienen determinadas personas, cuando por su trayectoria en la vida profesional y en el ejercicio de la función pública, no pueden ser “aprovechadas” para continuar aportando al funcionamiento de algunos organismos constitucionales, por cuanto están cercanas o ya superaron la edad límite para ocupar determinados cargos en la administración del Estado. Cabe recordar, lamentablemente, cómo las decisiones políticas que se producen en los órganos estatales, sin importarles el interés general, orientan su accionar hacia la búsqueda de la defensa de sus intereses particulares o partidarios. Por ejemplo, es el caso que, hace ya muchos años, se modificó la norma constitucional para separar, como miembro titular del Jurado Nacional de Elecciones, al Dr. Juan Chávez Molina, quien, con sus “votos singulares”, incomodaba a una agrupación política que, por tener una mayoría absoluta en el Parlamento, consiguió que se establecieran los 70 años como edad máxima para ser magistrado del ente electoral. Al respecto, cabe hacer presente que, en los organismos electorales de América Latina y el Caribe, no existe ese tipo de limitaciones, en la medida de que, razonablemente, se entiende que es la experiencia y la trayectoria de vida de la persona la que se debe tomar en cuenta para que forme parte de un organismo electoral nacional. En ese sentido, y así como se tiene previsto para el Tribunal Constitucional, para el Jurado Nacional de Elecciones y la Junta Nacional de Justicia (la cual, esta última, debe variarse la forma de selección de sus miembros), no debe existir límite de edad, a fin de lograr que, por ejemplo, destacados exmagistrados de la Corte Suprema de Justicia puedan formar parte del más importante organismo electoral del Perú. Por otro lado, para “justificar” decisiones políticas, de las cuales se derivan algunos cambios estructurales en los organismos constitucionales, se fundamentan en que hay que priorizar la “meritocracia”, sometiendo a los postulantes a una evaluación (que, sabe Dios quién preparó las preguntas) que no garantiza que la persona a la cual le toman la prueba va a actuar con probidad y con transparencia, sin poner en tela de juicio su conducta dentro de la ética y la moral. A este respecto, ¿acaso los corruptos no son personas idóneas e inteligentes (pero, para lo malo)? Claro que sí. No es necesario entrar en muchos detalles, pero en este último concurso para nombrar a los nuevos integrantes de la Junta Nacional de Justicia, se ha separado al Dr. Francisco Távara, exjuez supremo, y que fuera presidente de la Corte Suprema de la República, así como presidente del Jurado Nacional de Elecciones; por otro lado, “no aprobaron” el “examen” un exmagistrado del Tribunal Constitucional y un decano de la Facultad de Derecho de una universidad nacional; todos los cuales, independientemente de algunas decisiones que puedan haber tenido a su cargo, y que puedan ser o no aceptadas por parte de los litigantes intervinientes en los procesos en los que hayan participado, lo cierto es que, por sus antecedentes, los hacen más que idóneos para ocupar el puesto al que postulan. Pero las reglamentaciones preparadas por incapaces son las que impiden que profesionales capaces puedan acceder a cargos importantes en la administración pública. En consecuencia, antes de continuar con más concursos para acceder a un cargo público, de una vez, eliminemos este mal uso de la llamada meritocracia, y aterricemos en nuestra realidad. Pues, no es necesario hacer mucho esfuerzo para darnos cuenta de que destacados profesionales o académicos con amplia trayectoria y reconocimiento público no se presentan a estos concursos por cuanto no quieren ser “manoseados” por quienes no les llegan “ni a la punta de los talones”. Es así como los “desaprovechamos”.

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