94 años: el Tratado de Lima y la postergada construcción de nuestra sede consular en el chinchorro
El Tratado de Lima, firmado el 3 de junio de 1929, como hoy, –gobernaba Augusto B. Leguía (1919-1930)–, solucionó para siempre la delimitación terrestre entre Perú y Chile. Al cumplirse en la fecha 94 años de este instrumento jurídico bilateral, mirando la historia, recordemos que el Tratado de Ancón, firmado en 1883, y que puso fin a la guerra entre ambos países, debió abrir una etapa distinta. Pero no fue así.
Chile se comprometió a celebrar un plebiscito para los territorios de Tacna y Arica –A Tarapacá la perdimos a la sola firma del tratado–, pero fuimos cándidos y no leímos que su plan expansionista de chilenización era de realización imperturbable desde los tiempos de Diego Portales a mediados del siglo XIX. Estados Unidos de América nos prometió la recuperación de Arica y Tacna y al final solo conseguimos la reincorporación de la heroica Tacna al seno de la patria.
El acuerdo con Chile nos exigía realismo político-diplomático y eso hicimos, por lo que Leguía fue injustamente satanizado y hasta por odio político –como a Fujimori, que sigue recluido–, fue sometido al más cruel ensañamiento y murió en la cárcel. En 1999 Chile concretó los pendientes señalados en el artículo 5 del Tratado: la construcción de la estación terminal ferroviaria Tacna-Arica, el malecón de atraque y el edificio de aduanas.
Aunque no hemos aprovechado hasta ahora dicha servidumbre a nuestro favor, Chile efectivizó el sacrosanto principio del derecho internacional denominado Pacta Sunt Servanda que significa cumplir lo pactado y eso fue lo relevante. A 94 años de la firma, lo importante es que ambos países concluimos en 1929 nuestros problemas terrestres gracias a este tratado que tiene carácter perpetuo.
Cuando fui canciller, y contando con la aquiescencia del entonces presidente de la República, Pedro Castillo, decididamente inicié el proceso definitivo para la construcción de la nueva sede consular y cultural peruana en nuestra propiedad privada “El Chinchorro” en Arica, protegida por el artículo 7° del Tratado de 1929 y por la propia Constitución chilena que consagra el derecho de propiedad (Art. 19 N° 24 incisos 1 al 5).
A pesar de hallarse ya cubierto gran parte del costo de la construcción y de la enorme disposición del ilustre y filántropo tacneño, Julio Salazar Moscoso, el “Patriarca de los Peruanos en el Exterior”, que me llamó a Torre Tagle para expresarme su total e inmediata disposición contributiva para hacer realidad esta obra sin excusas y tantas veces postergada, lamentablemente como ha pasado en la actitud de nuestra clase política bicentenaria, mis sucesores lo han dejado para las calendas griegas.
(*) Internacionalista y excanciller del Perú
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