85 años de la Sociedad Peruana de Filosofía
En 1940, un grupo de filósofos entendió que era necesaria que una comunidad de intelectuales fuera de los muros universitarios hiciera una defensa constante de la importancia de pensar y debatir académicamente con libertad y flexibilidad temática. Para ello, en explícito reconocimiento a sus antecesores como Mariano Iberico y Alejandro Deustua, crearon a la agrupación de filósofos más antigua y la más importante del Perú: la Sociedad Peruana de Filosofía (SPF).
Entre sus principios fundacionales está la promoción y custodia constante de la suma importancia de la filosofía en la vida nacional. Como es lamentablemente conocido en los últimos años, la filosofía ha sido expulsada del sistema educativo y, es evidente, que esa ausencia premeditada tiene consecuencias que poco favorecen al pensamiento crítico que se requiere para formar a los jóvenes. Por eso, los fundadores, como Víctor Andrés Beláunde, Francisco Miró Quesada, Honorio Delgado, Mercedes Gallagher, fueron persistentes en su propia trayectoria defendiendo el rol del filosofar y del intelectual para que la filosofía sea un espacio en la que las personas organizan argumentos y aprender a comprender las diferencias.
En ese sentido, la SPF, es una organización que está compuesta por diferentes individuos formados en diversas escuelas de filosofía en todo el país con sus propios enfoques y perspectivas. Por ello, tiene un eje crucial e innegociable como asociación intelectual, que es difundir en diversos canales y espacios el soporte ético para la construcción de ciudadanía que ofrece el filosofar. La filosofía no es un curso escolarizado sino un requerimiento esencial para la humanidad en cuanto presenta herramientas y mecanismos de cuestionamiento a toda lectura autoritaria del mundo. La filosofía disipa las creencias únicas y verticales, nos conduce a reconocer el valor de otra óptica y, claro, contraargumentar respetuosamente lo necesario para acercarnos a formas de la verdad. En ese sentido es profundamente democrática y antijerárquica.
Todos estos años, sus integrantes, en los vértices y lugares en los cuales han ejercido su labor de pensadores, han resguardado el ecosistema filosófico y, con firmeza y perseverancia, mantienen persistentemente el espíritu humanista instituido. Por ello, esta forma de filosofar tiene un vínculo estrecho con las problemáticas del país y, asume, que es una coordenada sustancial en tanto peruanos que estiman el pensamiento como un articulador. Hacer filosofía en el Perú no es un ejercicio meramente abstracto, también es factible una vinculación con sus intensas complejidades y sus siempre desafiantes horizontes. Así lo han demostrado tanto las obras de muchos de sus integrantes, como sus propias biografías en la que han ocupado puestos relevantes en la política correspondiente.
Es por eso que estos 85 años de este organismo son una celebración del poder del pensamiento, de su no claudicación ante las tentaciones despóticas, de proponer lecturas abiertas, no dogmáticas, heterogéneas, sin mesianismos, sin esas vocaciones arbitrarias que suelen aparecer. Así, la SPF es una institución vital, consistente con la preservación de los valores más inherentes a la humanidad, aquella en la que la razón requiere de consensos, de sanas divergencias, de bifurcaciones reflexivas, es decir, del ánimo lúcido de la discrepancia y la disconformidad en la que las inquietantes preguntas suelen ser más que las respuestas definitivas.
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