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720 años de la ejecución del valiente escocés William Wallace

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Fecha Publicación: 22/08/2025 - 20:25
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La espectacular película “Corazón Valiente” que fuera escrita, dirigida y protagonizada por Mel Gibson, y estrenada en el Festival Internacional de Cine de Seattle, en Washington, el 18 de mayo de 1995, hizo mundialmente conocido a William Wallace, el más trascendental personaje de la historia de la independencia de Escocia, que murió un día como hoy, hace 720 años, a manos de la Corona inglesa, luego de que llevará adelante una de las rebeliones más encendidas contra el régimen imperante, encarnado en el rey Eduardo I, “El Piernas Largas”. El trágico final de Wallace, que fuera torturado con crueldad extrema, jalado por caballos buscando que sus miembros fueran arrancados, luego seccionados, y finalmente decapitado, nos recuerda a los peruanos la muerte, también trágica, de José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, cacique de Tungasuca, Surimana y Pampamarca, cuya similar ejecución se hizo luego de encabezar una rebelión contra el abusivo y cruel corregidor español Antonio de Arriaga, el 4 de noviembre de 1780. Wallace ha legado al pueblo escocés los innegociables valores mortales de la dignidad humana y la valentía. Para sus captores no fue difícil imputarle el cargo de alta traición durante el juicio a que fue sometido en Londres, luego de ser traicionado por los nobles escoceses, perfectos timoratos y cobardes, amantes del statu quo y del confort, que se pusieron a los pies del rey -¡qué vergüenza y qué profunda degradación humana!-con tal de no perder sus vidas de holgazanes y llenos de frivolidad como muchos parásitos de nuestra vida contemporánea. Wallace se defendió proclamando con la frente en alto, como hace todo hombre lleno de virtudes, que jamás había cometido alta traición argumentando fundado en la verdad “…porque nunca juré lealtad al rey inglés”. Pero Wallace fue burlado por sus verdugos sin compasión, los que tenían el claro mandato de eliminarlo. Así, antes fue arrastrado desnudo por las calles de Londres hasta donde había sido trasladado, y nadie tuvo compasión de él, aunque quisiera destacar que tampoco la pidió-. El llamado “Guardián de Escocia”, jamás doblegó en sus principios, y esa fue, a mi juicio, su mayor grandeza. El antivalor de la traición es el mayor de los que figuran dentro de la inconducta humana, que refleja la profunda bajeza existencial del hombre. Lamentablemente la traición no es un monopolio del pasado, pues hoy se confirma imperdonable en muchas sociedades políticas en el mundo, y por eso debe ser castigada, sin discusión. Wallace fue leal in extremis con sus principios y por eso su enorme legado debe ser relievado en la historia universal contemporánea.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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