25% y 75%
Dina Boluarte, Alberto Otárola y sus socios creen que han superado la ola de la vacancia -y el adelanto de elecciones- y podrán navegar tranquilos hasta el 2026. Están equivocados.
Su situación es precaria y, en realidad, sus probabilidades de llegar al 2026 son relativamente escasas. Para graficarlo, diría que tienen un 25% de posibilidades de mantenerse en el poder hasta el fin de su mandato constitucional y un 75% de caer antes de esa fecha.
Los motivos son obvios. Primero, la situación económica es desastrosa, la peor en décadas sin que se vislumbre una mejora sustancial. Peor aún, la inseguridad ha llegado a niveles que no se recuerdan. Si ya se venía deteriorando hasta hace siete años, con la llegada de decenas de miles de delincuentes venezolanos, muy violentos y sanguinarios, se ha desbordado inconteniblemente.
Segundo, negocios ilegales como el narcotráfico y la minería ilegal que producen ganancias anuales de miles de millones de dólares al año, se están expandiendo constante e impunemente, estableciendo zonas fuera del control del Estado y generando mucha violencia. Pero además, la enorme cantidad de dinero que mueven, les permite corromper a las instituciones encargadas de combatirlas -fuerzas del orden y sistema judicial- y, naturalmente, a la política.
En tercer lugar, el gobierno no cuenta con el respaldo de un partido ni una bancada congresal, y su estrategia consiste en mantener frágiles alianzas, repartiendo prebendas a diversos grupos políticos y sociales. Eso le permite sobrevivir pero, como es comprensible, no le da estabilidad.
En cuarto lugar, la desaprobación ciudadana al Gobierno –y a todo el sistema político- es abrumadora.
Quinto, la corrupción, los escándalos y la frivolidad de los más altos cargos son factores irritantes que contribuyen a indignar a la población enojada por la pobreza, falta de empleo e inseguridad.
Sexto, el posible fenómeno del Niño y la incapacidad del Gobierno para atenuar sus efectos, podría ser un detonador de la explosiva situación antes descrita.
Por último, existen grupos organizados que tienen el declarado propósito de derribar al Gobierno y crear el caos en el país.
Incluyen a activistas vinculados a Sendero Luminoso, remanentes del MRTA y chavistas, que estuvieron enquistados en el nefasto gobierno de Pedro Castillo. No son muchos, pero tienen experiencia en provocar asonadas violentas que, en el ambiente descrito, de crisis y descontento, en algún momento pueden lograr su propósito de incendiar el país –o parte de él- e iniciar una reacción en cadena que derribe al Gobierno.
Como es evidente, la única manera que tiene el Gobierno para mejorar sus exiguas posibilidades de sobrevivir hasta el 2026, sería mejorar su desempeño en los asuntos cruciales: economía, seguridad y prevención de desastres naturales.
No obstante, al parecer, no tienen la intención de hacerlo y, confiados, siguen gobernando con indolencia, beneficiando a los amigos y allegados, tolerando la corrupción y desoyendo las alarmas que suenan atronadoras. No es imposible que sobrevivan, pero sus perspectivas se van reduciendo.
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