1892-1938
¡Qué escribir del poeta que develó nuestra alma con la palabra y con la palabra ahondó en ella como nadie lo ha hecho! ¡Qué decir del lugareño de Santiago de Chuco que de vivir sólo unos años más hubiera sido nuestro primer Nobel! ¡Qué del escritor a quien Vicente Gaos incluyó en esa “casta de sufridores” de la cual tanto denostaba! ¡Qué narrar del peruano más universal que aquí en el Perú casi nadie echaba de menos! ¡Qué contar del profesor del Guadalupe cuyos poemas, otros profesores como él, enseñarían más tarde como un himno o una plegaria!
Tal vez repetir y solo repetir:
Hay golpes en la vida tan fuertes, yo no sé.
Qué se llama cuanta eriza nos?/Se llama Lomismo que padece/nombre nombre nombre nombre.
¿Qué estará haciendo ahora mi andina y dulce Rita/ de junco y capulí?
Murió mi eternidad y estoy velándola
Al fin de la batalla/ y muerto el combatiente/ Vino hacia él un hombre y le dijo: no mueras, te amo tanto…
Dios mío estoy llorando el ser que vivo/ me pesa haber tomádote tu pan…
Viban los compañeros Pedro Rojas…
En la Obra Poética Completa de Vallejo, editada por Francisco Moncloa Editores en 1968, Américo Ferrari escribe, en el prólogo: “César Vallejo es una revolución en la poesía de lengua española, más aún que Rubén Darío, a quien admiraba. Vallejo aporta una nueva manera de ver y de sentir, un hálito vivificante de libertad a la atmósfera enrarecida de la poesía hispanoamericana de su tiempo...”
Se han cumplido hace unos pocos días 130 años de su nacimiento, y en otros pocos más, se cumplirán 84 de su muerte. En todo ese periplo, Vallejo -como afirma Ferrari- “… se buscó a sí mismo entre la angustia y la esperanza, y el fruto de esa búsqueda es un nuevo lenguaje.”
He querido citar -para nombrarlo- algunos versos de ese lenguaje que un compatriota nuestro descubrió en la soledad de su oficio de alquimista. No trabajaba con la sal, el azufre ni el mercurio, sino con la palabra y en ese trance descubrió Trilce, los Poemas Humanos, los Heraldos Negros y desde allí clamó en su última cena del jueves 15 de abril de 1938: muerte, aparta de mí esta vida…
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