104 años de la firma del Tratado de Versalles
El acto jurídico que selló el fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1919), fue la firma del Tratado de Versalles, el 28 de junio de 1919, exactamente 5 años después del asesinato del archiduque de Austria, Francisco Fernando, heredero al trono austrohúngaro, y de su esposa, Zofie Chotková, en Sarajevo, magnicidio que desencadenó precisamente la primera conflagración bélica planetaria.
Por este instrumento Alemania aceptó su derrota durante esta guerra ciclópea que registra la historia de las Relaciones Internacionales. Suscrito en el histórico Salón de los Espejos del palacio de Versalles, recinto que fuera mandado edificar por el rey Luis XIV, famoso por su frase absolutista “El Estado soy yo”, el tratado dio paso a una sociedad internacional, principalmente europea, que tenía el reto de reconstruir la paz, pero que no lo logró.
En efecto, Alemania, que aceptó su derrota moral por la guerra de 1914, malherida luego faltó al pacta sunt servanda o cumplimiento de lo convenido, y llegado al poder Adolfo Hitler (1889-1945), fue deslegitimando progresivamente a la Sociedad de Naciones o Liga de las Naciones, surgida del propio tratado al final de la guerra -fue una propuesta del presidente estadounidense, Woodrow Wilson (1856-1924)- hasta provocar su desaparición con el advenimiento de la guerra de 1939 al cruzar las tropas alemanas la frontera polaca.
Luego de 1920, el tratado se convirtió en un referente de la paz mundial, pero esa condición -repito- duraría muy poco tiempo dado que Alemania, volvería a la carga contra los países aliados, que fueron sus vencedores.
Promovidos por la conciencia colectiva internacional que había sembrado el famoso Congreso de Viena de 1815, que reunió a las monarquías europeas con el exclusivo objetivo de acabar con Napoleón Bonaparte, que los había jaqueado por completo hasta modificando geopolíticamente al Viejo continente, esa llama diplomática de una reunión internacional se volvió a encender por el Tratado de Versalles que creó a la referida Sociedad de Naciones como la organización mundial más importante para hacer prevalecer la paz como concepto desiderativo; sin embargo, la Carta de San Francisco de 1945, de la que me he referido detenidamente en una reciente columna en Expreso, dio a luz a la Organización de las Naciones Unidas, el mayor foro político del planeta, que volvió a la paz una obligación, juridizándola, de tal manera que la paz se convirtió en un concepto con relevancia para el derecho internacional, alcanzando su carácter de ius cogens, es decir, de imperativo categórico de cumplimiento obligatorio, lo que explica que la paz hecha luego principio de solución pacífica de las controversias, se convirtió en un principio del derecho internacional que todas las naciones del mundo deben cumplir.
Versalles, entonces, fue el mayor antecedente ecuménico del siglo XX por la paz mundial que hoy más que nunca deberían recordar los protagonistas de la guerra entre Rusia y Ucrania por las sonadas amenazas de este conflicto regional que termine convirtiéndose en uno intercontinental.
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