100 años después, ¿de qué está hecho el APRA?

Pasión. Una persona puede renunciar o cambiar muchas cosas: trabajo, amigos, novio(a), vivienda. Sin embargo, existe un aspecto importante que mueve la naturaleza humana, a la que no podemos renunciar. Y lo llamamos pasión. ¿Pueden los partidos políticos en el Perú despertar pasiones? ¿Alguno de ellos ha logrado sobrevivir a lo largo de la historia peruana? La coyuntura puede “favorecer” a los partidos por un determinado tiempo. Pero sólo uno ha permanecido en el tiempo favorecido por esas coyunturas. Llegó al poder dos veces -bueno, siempre han estado cerca del poder-. Antes de cumplir 100 años de fundación, perdieron su inscripción. Un partido tan orgulloso, con cientos de militantes en todo el país y el líder más visible muerto, no pueden permitirse desaparecer de la esfera tan pronto. Pero los tiempos han cambiado. ¿El APRA está listo para entender ello y despertar pasiones?
La característica humana que nos permitió dominar, moldear y construir el planeta que hoy tenemos es el lenguaje. El ser humano, a diferencia de otras especies, tiene la capacidad de generar relatos, realidades, escenarios y moldearlos a sus intereses. Pero los relatos responden a sus épocas. El Partido Aprista tiene enfrente a una población de 15 a 29 años de edad de casi 8 millones de jóvenes, es decir, el 23% de la población nacional. Ahí tenemos muchos votos, señores. Pero, ¿cómo podemos llegar a estas personas? ¿Cómo logramos entender lo que les preocupa; necesidades, deseos y objetivos?
La población económicamente activa en el país no está pensando en cómo eliminar la corrupción. La PEA actual, esos más de 16 millones de trabajadores, piensan cómo generar más ingresos para ellos y sus familias. Si se trata de jóvenes sin hijos, el objetivo entre los 25 y 35 años es ganar dinero para consumir. Para generar dinero, primero generamos trabajo. ¿Qué hará el APRA para lograr calar en los deseos y necesidades de este grupo económico?
La palabra “imperialismo” ya no despierta pasiones. “El pueblo oprimido”, “clase trabajadora”, “justicia social” y “la lucha del pueblo” ya no despiertan pasiones. El APRA tiene la difícil tarea de definir y descubrir lo que genera y despierta la pasión en las personas, en sus militantes y simpatizantes, estos grupos también han cambiado. El dueño de las palabras es el dueño del discurso. Los caviares saben y son buenos creando palabras y moldeando el discurso: aprendamos de ellos. Tengamos muy claro que al enemigo no debe odiarse, porque nubla nuestra razón. Ante ello, el APRA no es un partido que necesite posicionamiento. Son más conocidos a nivel nacional que el gringo Carl. La dificultad del APRA se aprecia en su capacidad de respuesta, la habilidad para neutralizar al enemigo y aprovechar la oportunidad que da recibir un ataque para cambiar la percepción de la población y lograr ganar su confianza.
El trabajo duro de los apristas será despertar la pasión de sus militantes y simpatizantes. Tienen dos años para ello y no lo lograrán con los mismos rostros y discursos mezclados con una oratoria básica de los años 90. Necesitan cuadros jóvenes para entender lo que ellos quieren. Y el APRA no los tiene.

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