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Cafferata es el éxito de la marca de alfajores nacida en la calle: Sergio Mateo comenzó vendiendo con una bandeja colgada en sus hombros

Dejó su trabajo en una mina para tener más tiempo con sus hijos y hoy se gana espacio en uno de los boulevards más concurridos de San Miguel.

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Cafferata es el éxito de la marca de alfajores nacida en la calle.
Fecha Publicación: 26/12/2025 - 13:40
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Hace cuatro años, Sergio Mateo Cafferata caminaba por las calles de Lima con una bandeja que colgaba de sus hombros, ofreciendo alfajores a quienes transitaban y esquina por esquina. No tenía rodillo, no tenía capital, pero sí un sueño inmenso y la urgencia de estar más cerca de sus cinco hijos.

Entre miradas esquivas, degustaciones improvisadas y largas jornadas, construyó una marca desde cero, sosteniéndose únicamente en su receta familiar. Hoy, es gerente de Cafferata y dueño de uno de los stands más llamativos del boulevard Mantaro en Plaza San Miguel.

¿Cuál fue el momento exacto en el que decidiste emprender y dijiste “Me voy a dedicar a hacer alfajores”?

Bueno, los alfajores siempre han sido mi postre favorito y desde hace mucho quería emprender con algo dulce; incluso soñaba con tener un café. Pero el momento determinante fue cuando me di cuenta de que, trabajando en las minas, viajaba demasiado y veía muy poco a mis cinco hijos. Yo necesitaba estar presente en sus vidas y marcar momentos con ellos. Entonces pensé que un emprendimiento desde casa —repostería, café, dulces— era la mejor manera de estar cerca de ellos.

¿Cómo diste el primer paso?

Con mucha ilusión, pero con muy poco dinero. No tenía rodillo, no tenía insumos; prácticamente no tenía nada. Empecé haciendo pequeñas producciones y saliendo a vender a la calle con una cajita. Aun así, desde el inicio soñaba en grande: me imaginaba en televisión, en ferias, con un local propio. Y así fui avanzando. Aunque la venta era sencilla, mi compromiso siempre fue dar una buena imagen y ofrecer el mejor producto posible. La presentación, la degustación y la frescura hicieron que la gente confiara en mí.

¿Cuál crees que es ese valor agregado que distingue a tus alfajores?

Definitivamente, la tradición. Trabajo una receta antigua que no usa manteca, sino mantequilla, y lleva pisco. Me interesa rescatar sabores peruanos, como cuando hicimos el alfajor de turrón por el mes morado, con su detente del Señor de los Milagros y el lazo morado. A la gente le gusta sentir que está probando algo con historia.

Comenzaste literalmente en las calles. ¿Qué recuerdos tienes de esos primeros días?

Muchos. Algunos duros y otros muy lindos. En la calle te encuentras de todo: gente que te mira mal, gente que te ignora, pero también personas que te felicitan, que prueban tu producto y te dicen que vas por buen camino. Eso formó mi carácter y me enseñó a ser resiliente. Yo nunca trabajaba a corto plazo; si una persona solo probaba y se iba, yo igual le decía: “Cuando gustes, aquí me encuentras”. La constancia me ayudó mucho.

El rubro de alfajores es competitivo. ¿Qué te hizo insistir?

La seguridad de que tenía un producto realmente bueno. La receta con pisco, mantequilla y sin insumos comerciales me daba una identidad propia. Yo sabía que, si la gente lo probaba, volvería. Y así fue.

Han recibido premios importantes. ¿Qué crees que los llevó a ese reconocimiento?

Cada premio ha sido una historia distinta. En una feria organizada por el Ministerio de la Producción y Conapisco, nos dieron una mención por unir tradición y pisco en un solo producto. En Mistura, acompañando a Sandra Plevisani en el Boulevard de la Dulzura, nuestro alfajor fue el más vendido y más degustado.

¿Recuerdas la reacción más emotiva que hayas visto en un cliente?

Sí, en Mistura. Un expositor de comida probó mi alfajor, dio unos pasos, se quedó quieto, regresó y me dijo: “Esto es lo más delicado y rico que he probado en toda Mistura”.

¿Cuál crees que ha sido el momento que marcó un antes y un después?

El inicio del trabajo en redes sociales. Conocer a Claudia y Esmeralda, que llevan las redes sociales de Cafferata, fue un cambio total. Hoy todo es digital; si no sabes manejar las redes, mueres.

Ahora tienes un stand en San Miguel. ¿Cómo diste ese salto?

Fue un riesgo, como todo en el emprendimiento. Yo siempre veía una feria ahí y le decía a la organizadora que quería entrar. Cuando finalmente se abrió un espacio, me dijo: “Esta es tu oportunidad”. Empecé con una mesita blanca y hoy tengo uno de los stands más bonitos del boulevard Mantaro.

¿Qué mentalidad necesita un emprendedor para llegar al éxito?

Constancia. Me contaron una vez que, cuando sueltan a los perros para cazar, el que regresa con la presa es el que nunca le quitó la vista de encima. Eso se me quedó grabado. Hay que tener la vista siempre en el objetivo. Caerse, fracasar, tropezar es parte del proceso.

Crecimiento y calidad van de la mano

Sergio Mateo busca que el crecimiento vaya de la mano con la permanencia de la calidad de sus dulces. “Hoy trabajo feliz, sin querer ser jefe, sino líder de un equipo talentoso”, dijo. Puedes encontrarlos en instagram como @cafferata.peru y en tiktok como @cafferataalfajores.

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