Poesía y pintura de Kareen Spano Klein
Actualmente se encuentra en la ciudad de Arequipa, donde acaba de presentar su poemario y dictará talleres en los próximos días.
¿Cómo fue la presentación de tu poemario, ayer en la Biblioteca Mario Vargas Llosa de Arequipa?
La presentación fue un regalo. Fue precisamente como debía ser. Estoy muy agradecida. Mi impresión fue maravillosa. Arequipa es una ciudad muy rica en todos los aspectos, ávida de cultura, además.
¿Y ahora qué otros proyectos realizarás en esta ciudad? ¿Algún taller, recitales?
Ahora dictaré talleres en la ciudad. Uno de ellos es un taller de teatro y performance en el teatro Umbral desde hoy, sábado 19, hasta el lunes 21. También dictaré otro, de escritura creativa en la librería Fabla Salvaje, desde el miércoles 23 hasta el viernes 25. El sábado 26 dictaré un taller especial dirigido a gerentes, ejecutivos y docentes en la Universidad San Pablo. Es un taller de fecha única que se centrará en el flujo de la comunicación y la mejoría en un ambiente laboral, en la potencialización de habilidades blandas y el arte de la escucha, la Epoyé. También daré recitales en diferentes centros culturales.
¿Cómo combinas la poesía y la performance y la actuación? ¿Has actuado en la ciudad de Arequipa?
Hay un río subterráneo entre estas disciplinas. Es la poesía. La poesía une todo, se expresa en todo. Es la poesía que se manifiesta con cuerpos diferentes. Sí he actuado en Arequipa, con el grupo Ópalo. Trajimos 'FOSCA' hace varios años, con esa obra viajamos a Brasil también. Trajimos 'La Noche Árabe' y con el director Jacques Rebotier en combinación con la Universidad Católica del Perú trajimos El Gran Teatrito del Ombre. Con esta obra viajamos posteriormente al Festival de Avignon. Fueron funciones muy felices, con un gran público.
Has expuesto tus pinturas también en Lima el mismo día que presentabas tu poesía en Arequipa, es un privilegio eso, ¿no crees?
Presentar mis pinturas en Lima y mi poemario en Arequipa el mismo día ha sido un lujo, un evento místico para mí. Me considero una persona creyente. Para mí, estuvo la mano de Dios en esa 'coincidencia'. Estoy feliz de no haber estado en Lima el día que se presentaron mis pinturas en la librería Vallejo. Me hubiera puesto muy ansiosa. Yo no pinto ni escribo pensando en agradar a nadie. Lo hago como una manera de salvarme de mi misma. Son actos muy profundos y muy importantes para mí. Fue un privilegio, sí. Un gran regalo.
¿Qué nos puedes contar sobre tu pintura?
Yo no me dedico a pintar bonito. Un colega me dijo una vez 'me encanta cómo te peleas con tus cuadros', y es así. Mi madre es pintora, una gran pintora. Yo crecí entre libros de pintura, óleos, el olor de mi infancia es la trementina, el aceite de linaza, el aguarrás. Me hace muy feliz pintar, a la vez me libera del sufrimiento. Si al resto le gusta lo que pinto, enhorabuena. Pero mi motivación para pintar no es esa. Es abrazarme a la vida. Tal vez por eso me gusta pintar en maderas recicladas, como tablas de salvación, ahora que lo pienso. Puertas de gavetas, mesas, cabeceras de camas de otras casas. Regalos que me consiguen algunos amigos recicladores de mi barrio.
¿Qué diferencias hay o crees que existe entre tu poesía y tu pintura?
La verdad no veo mucha diferencia entre mi pintura y mi poesía. De hecho, la portada de mi primer poemario, 'Cartas de Ultramar', es una pintura mía, que amo mucho. Es un cuadro que habla de una casa que pude tener, un lugar donde casi viví. Mi padre decidió no comprar ese terreno, porque notó que, por allí, cada par de décadas pasaba el huaico. A veces me pregunto cómo hubiera sido la vida de mi familia si hubiéramos comprado ese terreno, si hubiéramos vivido allí. Pero no puedo vivir pensando en el “qué hubiera sido”, eso me enferma, el tiempo no se puede controlar, ni el destino. Por eso pinté ese lugar. Para liberarme de la añoranza, de la melancolía. Y el poemario lo escribí por la misma razón, así que sí, están fuertemente ligadas para mí ambas disciplinas. Con el teatro es muy diferente. Allí cuento con el influjo de mi director y todos mis colegas, es como que pintamos un cuadro todos juntos y todos aportamos a la música, a la poesía de ese cuadro. Allí es necesario el trabajo en equipo en todos los planos. La poesía y la pintura en cambio son actos severamente solitarios.
Hablabas del lujo de exponer tus pinturas y presentar tu Poemario el mismo día en ciudades distintas, una especie de privilegio Místico, ¿Sabías que hoy 19 de agosto que sale esta entrevista, sería cumpleaños de César Moro? ¿Qué te hace pensar eso?
Me hace pensar en el surrealismo. En el Surrealismo Divino.
Por Walter Espinoza Ramírez
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