La disciplina escritural de Mario Vargas Llosa: análisis del proceso creativo del Nobel de Literatura
Sujetado a la palabra exacta para expresar sus ideas y emociones.
Mario Vargas Llosa vivió, y escribió, como un sujeto hecho de lenguaje, y disciplina. En él, ocurre un cierto proceso de psicoanálisis: el yo freudiano se deshace, cede su lugar al sujeto lacaniano, que, a su vez, cede el paso al lenguaje. Es así: Vargas Llosa va detrás de su escritura, se disuelve en su literatura.
Este artículo contiene dos intentos: Uno: Elucidar la cuestión de cómo escribe Vargas Llosa, a partir de la categoría “sujeto”, de Jacques Lacan, en tanto su literaturidad es la huella, la representación, el efecto del significante; y de la categoría, que podríamos llamar, “talento adquirido”, de Gustave Flaubert, en tanto que el talento no es innato, sino que se adquiere, se conquista, en un proceso creativo entendido como trabajo riguroso y paciente por la “palabra exacta” en el realismo literario. Dos: Elucidar la cuestión de por qué Vargas Llosa se convierte en escritor genio, a partir de la categoría lacaniana “sujeto sujetado”, en tanto que está asido a las estructuras de lo simbólico, de la cultura, y de la sociedad; y de la categoría, que podríamos llamar, “disciplina escritural”, de la que el escritor ha dejado constancia, como quien da cuenta de sí mismo, en tanto lógica, de vida y técnicas para resignificar la realidad.
Mario Vargas Llosa es un escritor genio, en tanto sujeto sujetado a su disciplina escritural. Tal disciplina vargasllosiana, tal vez, ha adquirido cuatro formas, que están siempre presentes en el proceso creativo, dos puras, por obrar como líneas autónomas, y dos mixtas, por obrar como líneas que se entrecruzan. Veamos. Primera disciplina: Pura, y de experiencia vital: Vargas Llosa tuvo un horario determinado para escribir. En sus propias palabras: “Trabajo de una manera bastante disciplinada. Escribo todos los días… unas 6 horas, a veces unas 8 horas, depende de cómo vaya el trabajo… casi como un oficinista… Las mejores horas para mí son siempre las primeras, cuando comienza el día, esas son las más fértiles, en las que trabajo mejor, después ya se me hace cuesta arriba. Nunca he podido escribir en las noches. En las tardes, en las noches… tomo notas, reviso, preparo el trabajo del día siguiente”. Segunda disciplina: Pura, y de reglas lógicas: Vargas Llosa ha construido una teoría literaria y una técnica narrativa propias, de innovación, como son los vasos comunicantes, la caja china, el salto cualitativo, el dato escondido, el flashback, el narrador no omnisciente, los diferentes tiempos narrativos, el flujo de conciencia, la intertextualidad, la estructura fragmentada, el realismo mágico, entre otras. Así, en sus inicios, fueron escritos sus libros de ensayo, y, se podría decir que, de texto, como son “Gabriel García Márquez: historia de un deicidio”, “La historia secreta de una novela”, y “La orgía perpetua. Flaubert y Madame Bovary”; y, ya consagrado, escribió, a modo de Rainer Maria Rilke, “Cartas a un joven novelista”. Tercera disciplina: Mixta, y del lenguaje de primer orden de la interacción social: Vargas Llosa buscó y encontró, en su propia vida cotidiana, en su lazo social preferentemente con el Perú, la trama, el tema “que (lo) ha elegido, y que (él) ha elegido” para escribir. En sus propias palabras: “Los temas siempre se me han impuesto… a partir de ciertas experiencias vividas, creo que todas las historias que he escrito, desde que era adolescente hasta ahora, han nacido a partir de algo que hice, que vi, que oí, o que leí. Algo que, por alguna razón desconocida para mí, queda almacenado… deja unas imágenes en la memoria, que… inmediatamente después, o bastante después, empiezan a generar un fantaseo, una especulación, una serie de conjeturas, en torno de ellas, y que van, poco a poco, diseñando el embrión de una historia”. Así fueron escritos, preferentemente, sus relatos, como, por ejemplo, “Los cachorros”, “Los jefes”, “La ciudad y los perros”, “Los vientos”, “El pez en el agua”, y sus novelas “La casa verde”, “La tía Julia y el escribidor”. Cuarta disciplina: Mixta, y del lenguaje de primer orden de los documentos. Vargas Llosa buscaba documentarse, con libros, revistas, y otras fuentes. En sus propias palabras: “Al mismo tiempo que comienzo a escribir, me documento, la documentación para mí es absolutamente fundamental, pero no hay que entender esta palabra “documentar” en el sentido en que la usaría un investigador, un historiador, un sociólogo. A mí… me interesa familiarizarme con el mundo que voy a inventar… para familiarizarme con el mundo todo vale… el conocimiento científico… los trabajos de los etnólogos, folkloristas, antropólogos, misioneros, y también los relatos, cuentos, leyendas… Esa documentación para mí es muy importante, porque constantemente me está suscitando imágenes, ideas, que incorporo a la novela… Es una documentación para sentir más de cerca aquello que quiero inventar”. Así fueron escritas, preferentemente, sus novelas totales, como, por ejemplo, “Conversación en la catedral”, “La guerra del fin del mundo”, “La fiesta del chivo”, “El hablador”. Otrosí digo: Los ensayos y los artículos de Mario Vargas Llosa, que, por definición, tienen otro registro, también han sido escritos, por grado, más o menos, en estas cuatro “disciplinas escriturales”. Así fueron escritos sus ensayos, como, por ejemplo, “La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo”, y “La llamada de la tribu”, y sus artículos de opinión, como, por ejemplo, “El país de las mil caras. Escritos sobre el Perú”.
Homo scriptor
¿Cómo escribía Mario Vargas Llosa? Como aquel que no ha nacido genio, ni cree haber nacido genio.
A diferencia de otros representantes de su generación literaria, del boom latinoamericano, como Gabriel García Márquez, y, quizá, Julio Cortázar. Mario Vargas Llosa vive, y escribe, como un homo scriptor, como un sujeto sujetado a su disciplina escritural.
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