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Gabriel Gargurevich Pazos y su nuevo libro ‘Pogo en el bosque’: “Hay que ver a la poesía como un espacio medicinal”

Es el segundo poemario del escritor Gabriel Gargurevich Pazos, explora la tristeza como fuente creativa. Un viaje poético entre la marginalidad del bosque y la catarsis del pogo.

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Gabriel Gargurevich Pazos y su nuevo libro ‘Pogo en el bosque’: “Hay que ver a la poesía como un espacio medicinal”.
Fecha Publicación: 08/12/2024 - 05:54
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Gabriel Gargurevich Pazos, hábleme sobre su último libro, ‘Pogo en el bosque’.

Es mi segundo libro de poesía, y lo he venido escribiendo desde hace ya unos cuantos años.

Desde 2020 empecé a escribir estos poemas, que tienen que ver con la tristeza. Yo siempre digo que el mejor estado para escribir poesía está relacionado con una tristeza grande o con una pena profunda. Esos son los estados en los que, al menos para mí, se hace muy necesario escribir poesía.

El libro tiene un concepto, que desde el título está presente: Pogo en el bosque. Tiene que ver con dos cosas. Primero, el bosque siempre es un refugio; es un lugar al que uno va a purgar sus penas o a vivir sus alegrías. Pero el bosque es un espacio marginal, porque está por “fuera” de la ciudad. Es en esa marginalidad, en ese espacio fuera de la ciudad, que el yo poético transita, purga sus penas o vive sus alegrías, y lo hace de una manera furiosa, o quizá vehemente. Por eso se relaciona con el pogo, que es un baile tosco, a veces violento, adolescente y furioso. El bosque es el espacio donde este baile se despliega. Pero también es un espacio de sanación.

¿Por qué es importante la poesía?

Por lo antes mencionado, la poesía es importante para mí porque me ayuda, de alguna manera, a sublimar estos estados, tanto de alegría como de tristeza.

¿Diría usted que la poesía es la medicina del alma?

La poesía me ayuda a vivir y a ver cosas que quizá no percibo con la mente ordinaria. Es una herramienta que permite expresar estos estados intensos del alma, pero no con un lenguaje ordinario ni con una mente ordinaria, porque el lenguaje común no alcanza para expresar esas emociones. Es ahí donde uno recurre a ese lenguaje marginal.

En ese sentido, lo marginal está nuevamente presente. La poesía ya es marginal, el bosque lo es, y lo “marginal” actúa como una medicina.

Siendo más específico, el bosque también constituye un espacio medicinal si nos referimos a las plantas amazónicas. Yo suelo ir una vez al año a la selva a tomar plantas amazónicas y realizar una curación, una limpieza espiritual, energética y física. Estas plantas ayudan a sanar y a encontrar un mayor equilibrio en las emociones y el espíritu. Hay gente que recurre a psicólogos, psicoanalistas y psiquiatras.

Otros recurrimos a las plantas y a los curanderos, sobre todo cuando son curanderos que son doctores y trabajan correctamente. En ese sentido, existe ese encuentro entre la poesía y las medicinas alternativas, que se unen para constituir una medicina para el alma.

¿Por qué los seres humanos buscamos hacer poesía?

Pienso que no es que se busque hacer poesía, sino que es una necesidad que brota del ser humano. Es como la necesidad de ver el mar, una puesta de sol, o el horizonte.

Por suerte, aquí en Lima tenemos esta vista maravillosa del acantilado que nos permite ver el mar. Y el mar es un espacio que da paz. Uno se pregunta por qué el horizonte, el mar, o el contacto con la naturaleza generan esa sensación de tranquilidad. Esto le sucede a cualquiera que tiene ese contacto.

La poesía llega a nuestras vidas porque no la buscamos, está ahí y se manifiesta en quienes tienen una antena para captar ese lenguaje poético, aterrizarlo y darle una forma que pueda llegar a quienes leen esos textos.

¿Cuántos poetas ocultos o por descubrir habrá en el Perú?

Es una muy buena pregunta, pero no lo sé. Sé que existe mucha gente que escribe poesía. Lo sé porque he participado en muchos recitales y ferias del libro en provincias. En Huancayo, por ejemplo, se escribe muy buena poesía, pero también tenemos poesía en los mitos, las leyendas, las historias y las fábulas amazónicas.

Recuerdo que presenté un libro del gran poeta y académico José Antonio Mazzotti, que acaba de fallecer, en el que recogía fábulas, historias y saberes ancestrales de una comunidad amazónica y los transformaba en poesía.

¿Ve usted una política de impulso a los jóvenes escritores?

Sé que existen en el Estado algunos estímulos económicos, como presentar tu proyecto literario. En ese sentido, pienso que sí hay ciertas políticas públicas, pero creo que deberían ser más visibles, porque es en los jóvenes donde se manifiestan las verdaderas rupturas, en su estado más intenso.

Ojalá que mi libro “Pogo en el bosque” llegue a los más jóvenes. Tengo un hijo adolescente y el libro les hace mucho sentido. Les gusta a sus amigos, que han leído mis textos en las redes sociales.

Recuerdo que el primer ejemplar de “Pogo en el bosque” que vendí en la Feria del Libro de Salamanca de Monterrico fue a una adolescente que estaba con su mamá. Me lo compró y se lo firmé. Creo que los adolescentes pueden identificarse con los tormentos que plasmé en mis poemas.

¿Inspiración?

No me inspiro, ni siquiera lo intento, la poesía llega a mí. Desde que tengo 8 años y tocaba la guitarra, ya escribía poesía. Luego con mi banda de rock El Ghetto empecé a escribir letras y canciones, desde ahí ya leía poesía y escuchaba a cantantes con letras muy poéticas. Desde esa edad me viene ese ímpetu de escribir poesía o expresar las cosas de una manera muy auténtica. No es por pose o nadad parecido. En mi departamento estoy rumiando ideas, las plasmo en una libreta, las paso a la computadora, las corrijo, es un proceso. Más que una inspiración diría que es una necesidad.

Librerías

Mi libro “Pogo en el bosque” está tres librerías; en Lancom, en la cuadra 55 de Petit Thouars en Miraflores; está en la librería, en la calle Porta en Miraflores; y en La Familia de la avenida Diagonal, también en Miraflores. El costo es de 30 soles.

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