Felipe Pinglo en el olvido: tras 125 años de su nacimiento, aún no hay un homenaje póstumo que reconozca su gran valía en la cultura
El 18 de julio de 1899 nace, en Lima, Felipe Pinglo, conocido como el ‘Bardo Inmortal’, destacado compositor y músico peruano, considerado uno de los máximos exponentes de la música criolla.
El vals peruano o vals criollo es un género musical originado en el Perú dentro del género de la música criolla y afroperuana, que se desarrolló en Lima y en gran parte de la costa peruana entre los siglos XIX y XX. Esta combina el estilo europeo con el hispanoamericano, además de llevar ciertos estilos comerciales como el one step según el investigador César Santa Cruz.
La música criolla (constituida básicamente por el vals y la polka) ya se escuchaba desde finales del siglo XIX en los barrios populares de Lima inspirada en las danzas europeas que se bailaban en los elegantes salones. La primera generación de compositores criollos que se desarrolló entre fines del siglo XIX hasta 1920 conocida como “La Guardia Vieja”, se nutrió del importante influjo de ritmos españoles como la zarzuela y la jota aragonesa.
En los años 20 se operan cambios importantes en la estructura urbana de Lima y se empieza a sentir en los barrios populares la influencia de nuevos géneros musicales especialmente el foxtrot, one step, tangos, entre otros. Estos comenzaron a desplazar a la aún incipiente música criolla, con el foxtrot como el género de mayor consolidación en América Latina. Es en este panorama en que aparece Felipe Pinglo Alva y marca el primer hito histórico en el desarrollo de este género musical. El 17 de mayo de 1926 se instaló el primer instituto musical bajo su nombre, el más lóngevo en operarse dentro del territorio nacional.
Embajador cultural del Perú
Los últimos descendientes del bardo criollo han tratado a través de los años conservar su imagen viva como un ejemplo de gloria nacional y un derrotero a seguir por su gran legado, manifestación de peruanidad, tradición, humanismo, fervor religioso además de cantarle a la vida en los barrios, en los pueblos y en el corazón peruano. Una de estas personas y quizás la más importante es sin lugar a dudas la distinguida dama de la sociedad peruana Anabel Helem Gómez Alva, sobrina nieta de Felipe Pinglo Alva, quien conocedora de los homenajes, nombramientos y reconocimientos que le han hecho al compositor peruano ha iniciado una campaña para ensalzar su trayectoria cultural, mas allá de la música y del criollismo, esta vez buscando el reconocimiento cultural , por la trayectoria artística y los mensajes expuestos en sus versos y canciones que colorean el paisaje musical , pero que expresan cultura en cada una de sus notas y manifestaciones a este gran proyecto se han unido personalidades como el cardenal Carlos Carlos Castillo Mattasoglio, arzobispo de Lima y el tenor Juan Antonio de Dompablo, quienes buscan reconocer al poeta Pinglo como Embajador de la Cultura Peruana, ante el mundo, moción que estamos seguros que es bien merecida e instamos a las autoridades a formalizar ese reconocimiento que inmortaliza a Felipe Pinglo Alva para que su legado siga vigente hoy y siempre.
Quién fue Felipe Plingo
Julio Felipe Federico Pinglo Alva (Lima, 18 de julio de 1899-Lima, 13 de mayo de 1936), conocido como “El Bardo inmortal”, fue un destacado compositor y músico peruano, considerado uno de los máximos exponentes de la música criolla, poseedor de un estilo de amplio arraigo popular que enriqueció el acervo musical peruano. Es también conocido internacionalmente por ser el autor del vals “El Plebeyo”.
Nació en la calle del Prado, en la actual cuadra 14 del jr. Junín, en los Barrios Altos. Hijo del normalista Felipe Pinglo Meneses y de María Florinda Alva, quien murió días después de dar a luz. La pobreza en la que vivió y las enseñanzas de su padre y sus tías, fueron formándole como niño instruido, pero con sentimiento social.
Inició sus estudios en la Escuela Fiscal de los Naranjos (Lima), regentada por su tío Alejandro Pinglo, y posteriormente entre 1911 hasta 1915 cursó la secundaria en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe. Con sus propinas adquirió más tarde un rondín e intuitivamente aprendió a repetir en el instrumento musical las interpretaciones de las bandas militares ofrecidas en las retretas, en las plazas públicas de su tradicional barrio.
Alianza Lima de sus amores
En 1916 comenzó sus labores en la imprenta El Gráfico y en una compañía de gas. También fue futbolista por afición en los clubes El Naranjo, “Alfonso Ugarte” y fue comentarista de este deporte mediante artículos en algunas revistas limeñas. Como gran amante del fútbol, Felipe Pinglo Alva se hizo hincha del club Alianza Lima, equipo fundado en 1901 es decir, un par de años luego de nacer nuestro compositor. Por tanto, siendo coetáneos, la cercanía y amistad entre el bardo y el ya por entonces popularísimo club limeño, se vieron plasmadas en las varias composiciones que le dedicara destacando por supuesto la marinera “Alianza Lima” que en una de sus estrofas dice así: “Saca Villanueva, pasa a Montellanos, quien presto la añade al gran don José, quien combinando el juego la extrema a Sarmiento que la cede a Neyra. Domingo y Julio García en conjunto con Quintana forman el trío de medios que colaboran muy bien con Juan Rostaing y con Soria, la gran pareja de zagueros y en el arco Valdivieso, un guardavalla de gran valor, ¡Muchachos, viva el Alianza!”. Es de destacar que también le dedicó una hermosa polka (one step en su momento) al máximo ídolo aliancista don Alejandro Villanueva con quien, definitivamente, compartió la jarana y la bohemia tan afines al viejo club limeño, el club de sus amores.
Trabajó luego en la Dirección General de Tiro donde fue Secretario del entonces ministro de Guerra general Salmón, el cual guardaba un gran afecto por Felipe, de quien dijo en varias ocasiones que era su brazo derecho.
Cuando llora mi guitarra
Cuando Pinglo empezó a componer y frecuentar a los músicos criollos de entonces, hizo de la calle Mercedarias, en el actual jr. Ancash, su lugar de concentración e inspiración. Allí solía reunirse para hacer música con Samuel Joya Neri, Obdulio Menacho, José y Eugenio Díaz, Guillermo D’Acosta, Paco Vilela, Juan Ríos, Pedro Espinel, Jorge Gonzáles, Ernesto “El Chino” Soto y muchos otros criollos. Este grupo es conocido como la “Generación Pinglo”.
Felipe Pinglo tocaba la guitarra a la inversa, porque era zurdo. No cambiaba la encordadura del instrumento, razón que algunos entendidos han considerado importante en el descubrimiento de nuevas tonalidades logradas por él, apreciables en su abundante producción musical.
Con los primeros entusiasmos sentimentales de sus años mozos desarrolló su espontánea habilidad para el canto y la composición musical. Pronto conquistó simpatía y aprecio en las reuniones de barrios que se hacían acompañadas de música criolla. Afinando así su inspiración, brota su primera composición, el vals “Amelia” ejecutado en 1917. Desde allí al compás de su guitarra afloraron unas 300 composiciones aproximadamente, muchas de ellas de contenido autobiográfico, impregnadas del acento melancólico, sugeridas por el ambiente bohemio, las angustias debido a sus males físicos; así como también composiciones que son protestas ante las injusticias sociales. Cabe destacar que Pinglo fusionó el estilo previo del vals limeño con armonías provenientes de otros géneros, como el tango argentino, así como incursionó en la composición de ritmos internacionales de moda, como el one step.
Paulatinamente, la figura de Pinglo se tornó familiar en los barrios limeños de Rímac, Monserrate y La Victoria. Es la época en que sorprende a sus amigos con su deslumbrante inspiración, capaz de crear un tema en contados minutos. Entre 1921 y 1923 Felipe se ausenta de los Barrios Altos para irse a vivir a La Victoria. A los 24 años de edad, Pinglo era ya un compositor celebrado, mientras conoció a José Carlos Mariátegui. En 1925 conoció a Hermelinda Rivera Urrutia, una joven de 17 años de edad. Con ella se casó el 11 de mayo de 1926 en la iglesia San Francisco. Poco tiempo después nacieron sus hijos, Carmen y Felipe.
Hermelinda Rivera había sido novia del también compositor Alberto Condemarín y cuando ésta se casó con Pinglo, Condemarín le compuso el vals “Hermelinda” que rápidamente se hizo popular y actualmente es uno de los clásicos de la música criolla. Pinglo, herido en su amor propio por la composición de Condemarín, deseaba escribirle a su esposa un vals que fuera popular también.
El triste adiós
En 1935, Pinglo cayó enfermo por fuertes dolores en la rodilla izquierda, debido a una lesión deportiva y también por los cada día más agudos espasmos que le produjo una bronquitis mal curada.
Tres días antes de morir, Pinglo terminó de escribir la que sería su última canción, el vals “Hermelinda” dedicado a su esposa. Las fuerzas ya no le daban para ponerle música por lo que le encargó a su esposa entregarlo a Paco Vilela o Pedro Espinel para ser musicalizado. Hermelinda Rivera no quiso dar a conocer esta última composición y por haberlo mantenido guardado por tantos años, no es muy conocida.
A las 5 de la mañana del 13 de mayo de 1936, a los 36 años de edad, murió Felipe Pinglo Alva con los ojos fijos en la imagen de la Virgen del Carmen, patrona del criollismo. Al día siguiente, sus restos fueron acompañados por cerca de un millar de personas hasta el cuartel Santa Rebeca del Cementerio Presbítero Maestro donde fue sepultado. Cuatro días después, el compositor Pedro Espinel, uno de los mejores amigos de Pinglo, fundó el “Centro musical Felipe Pinglo Alva”.
El 26 de octubre de 1958 sus restos fueron trasladados a un mausoleo coronado por un busto obra del escultor Artemio Ocaña. Las guardillas de la tumba, en forma de notas musicales, fueron diseñadas y forjadas por el decimista Nicomedes Santa Cruz. Estas guardillas son las primeras notas del vals “El plebeyo”.
El criollismo en el corazón del pueblo
Después de su muerte, el nombre de Pinglo era mencionado con admiración y respeto, aunque sin la clara concepción del significado histórico de su producción excepcional. En su homenaje le fueron dedicadas bellas composiciones, como los valses “Murió el maestro” de Pedro Espinel, “Ave de Paso” de Samuel Joya Neri, “Mi Primera Elegía” de Eduardo Márquez Talledo y Serafina Quinteras, y otros más.
En los siguientes años a la muerte de Pinglo, se masificó la radio y el cine que difundieron la música criolla en los sectores populares. La difusión superó el cerrado círculo de amigos o de las jaranas de barrio, llegando progresivamente a toda la ciudad e incluso en ocasiones al extranjero. Las canciones pasaron a ser identificadas por sus compositores e intérpretes, cuya fama individual crecía gracias a la difusión de cancioneros.
En 1939, en el film nacional “Gallo de mi galpón” María de Jesús Vásquez y Las Peruanitas -las hermanas Loayza- interpretaron canciones de Pinglo. Al año siguiente, el argumento de El Plebeyo fue llevado al cine con J. Saravia en el rol principal. El cine mexicano produjo también, en la década de los cincuenta, una película inspirada en el vals del Maestro Pinglo protagonizada por Pedro Infante.
En 1942 subió al escenario del teatro Metropolitan la revista musical “Melodías de Pinglo” con libreto y escenografía de Augusto Naranjo y Aurelio Collantes. Fueron escenificados los valses “Oración del labriego”, “Mendicidad”, “Bouquet” y “El plebeyo”. En los roles estelares actuaron Las Criollitas -Eloisa Angulo y Margarita Lynch- Rosita Passano, Delia Vallejos, María Jesús Jiménez y la hija del compositor, Carmen Pinglo.
La historia tras ‘El Plebeyo’
Entre sus composiciones más celebradas sin duda alguna el vals “El plebeyo” es el de mayor popularidad. Fue estrenada posiblemente en 1931 en el teatro Alfonso XIII del Callao por su amigo, el también compositor y cantante, Alcides Carreño.
Existen dos historias sobre el origen de este vals: La primera adjudicaba el drama a Luis Enrique Rivas, un tejedor de canastaS que vivía en la parte baja del cerro San Cristóbal Otra versión, en la que concordaron muchos amigos del compositor, es que el drama de Luis Enrique fue el propio drama vivido por Pinglo entre 1921 y 1923, cuando se alejó de los Barrios Altos para hacer vida bohemia en La Victoria. Dicen que allí se enamoró de Gianina, bellísima hija de 17 años del industrial italiano Zuccarello. El compositor era correspondido, motivo por el cual los padres de la niña la enviaron a Italia, a vivir con sus abuelos en Florencia.
Al margen de estos y otros comentarios al respecto, “El plebeyo” planteó un drama social porque Luis Enrique, el personaje principal, era el plebeyo que amaba a una aristócrata, pero su amor es condenado por la sociedad:
“Mi sangre, aunque plebeya también tiñe de rojo / el alma en que se anida mi incomparable amor / ella de noble cuna y yo, humilde plebeyo / no es distinta la sangre ni es otro el corazón / Señor, ¿por qué los seres no son de igual valor?”
Felipe Pinglo con su abundante y extraordinaria producción, estaba inaugurando un nuevo capítulo en la historia de la música criolla peruana. El vals había sido, un inexpresivo conjunto de versos superficiales y fáciles melodías. Con Pinglo adquiere definitiva personalidad. En adelante será intencionado en sus versos, profundo en su melodía y esencialmente, mensajero de honda emoción social.
Un baluarte del criollismo
La aparición de Pinglo y su obra se dio en un momento en que la música criolla competía con ritmos foráneos que tenían preferencia en el público. Es importante destacar que esta pugna entre lo nacional o local y lo internacional o cosmopolita fue percibida con claridad por los compositores criollos de aquella generación, es así que Felipe Pinglo le escribe a un amigo: “[. . .] Tú sabes cómo lucho por sacar adelante la canción criolla, pero tengo la esperanza de que el esfuerzo mío y de otros, que no somos muchos, sirva para que nuestro folklore se coloque en el lugar que le corresponde; y que sea conocido tanto aquí como en el extranjero, pero con carta de ciudadanía peruana bien definida. [. . .]”. (En Collantes 1977)
Pinglo introduce ciertas características de la música norteamericana en la polka criolla, logrando un estilo nuevo, teniendo mucho éxito esta combinación, porque hasta ahora se siguen cantando sus one-steps y sus “polkas criollas” creadas en base al ritmo de fox-trot, como “El saltimbanqui”, “El sueño que yo viví”, “Llegó el invierno”, “Ven acá, limeña” y “Qué bonito es mirar”. Es importante destacar que estas obras son comúnmente tenidas ahora por legítimas polkas criollas, lo cual demuestra que la amalgama fue exitosa y se le ha admitido como válida para incorporarse al repertorio criollo.
Felipe Pinglo como mestizo, vio la constatación de la vida y el universo social de su tiempo, que fueron plasmados en su obra. Gracias a Pinglo, la música criolla adquiere jerarquía, dándole interpretación al proceso de transculturización de nuestro pueblo, de la que nacieron también la polka, la marinera, el tondero, estilos musicales que, teniendo antecedentes de otras realidades geográficas, son también representativamente peruanos.
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