Blanca Varela y su invalorable voz poética: La poesía como legítima defensa
El 10 de agosto se conmemora el natalicio de la poeta, una de las voces más importantes de América Latina.
Blanca Varela es una de las voces más importantes de la poesía peruana, su trascendente poesía atemporal siempre ha estado vigente y ha influenciado en la lírica de la nueva hornada de poetas peruanas.
Traducida a varios idiomas, su obra la hizo acreedora de importantes lauros internacionales. En 2001 obtuvo el premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo y, en octubre del 2006, se convirtió en la primera mujer en ganar el Premio Internacional de Poesía de Granada, Federico García Lorca. En 2007 recibió el Premio Reina Sofía de Poesía
Iberoamericana, convocado conjuntamente por el patrimonio Nacional de España y la Universidad de Salamanca. También ha sido condecorada con la Medalla de Honor por el Instituto Nacional de Cultura del Perú.
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Blanca Varela dijo una vez que la poesía es un vicio que se adquiere desde la infancia, también, que unos se curaban con los años, pero que otros, como ella, quedaban enredados en sus buenas o malas artes.
En el caso de Varela, esto comenzó desde niña como un juego secreto y obsesivo, le gustaban las palabras sin sentido, su musicalidad, dijo que podía repetir una misma palabra mucho rato, palabras que tenían para ella una rara fascinación.
Al mismo tiempo, le venían frecuentes preguntas propias de su edad, no tenía respuestas. Se hizo evidente en ella la sordera de los mayores, que nadie pudiera aplacar sus temores ni satisfacer sus dudas, es entonces que optó por responderse a sí misma, haciendo una variación de su propio juego, escondiéndose en lo que podría llamarse su propio discurso.
Inacabable búsqueda ética
Blanca se formó en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos en los años cincuenta, en cuyos claustros, gozó de una gran efervescencia literaria. Tuvo cercanía a escritores como Sebastián Salazar Bondy y a otros ya mayores a quienes siempre había admirado como José María Arguedas y Emilio Westphalen.
Formó parte de la bohemia intelectual limeña y antes de viajar a París se casó con el sobresaliente artista plástico Fernando de Szyszlo. Ya en Europa, conoció a Sartre y Simone de Beauvoir, es entonces que se influenció por el Existencialismo.
Su cercanía a la plástica parisina también la ligó al surrealismo, su obra tiene, en lo formal, conexiones estéticas con la vanguardia del lenguaje surrealista donde asimiló creativamente las imágenes de metáforas oníricas. La poesía de Varela no nos deja inmunes a algo que se rompe dentro del lector, su poesía es una inacabable búsqueda ética que no cae en la lírica de la instrumentación poética.
Señaló alguna vez que no estaba satisfecha con su poesía y andaba buscando lo inalcanzable, lo inaccesible. En su poesía desdeña la grandilocuencia, no busca la proliferación, el exceso sino la condensación y el despojamiento, su poesía canta y decanta con una voz que vibra y exalta interroga y conmueve.
Exalta la humanidad, nuestra precaria condición, con una mirada lúcida y sabia, su poesía es sincera, no escribe para complacer a nadie. Fiel a su rigor estético reconoce que a veces la palabra es solo un artificio, una máscara insuficiente para expresar lo que siente.
Y todo debe ser una mentira
porque no estoy en el sitio de mi alma.
No me quejo de la buena manera.
La poesía me harta.
Cierro la puerta.
Orino tristemente
sobre el mezquino fuego
de la gracia.
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