Es hora de acabar con los privilegios de estos señores del alto clero que lo único que hacen es pervertir el ideal democrático y pintan de rojo la religión cristiana que no practican.
Lima y las demás ciudades de nuestro territorio tienen un emblema religioso, ya sea en los parques o en las plazas públicas. Consultamos qué parte de la fe se refleja en nuestras construcciones.