Cómo destruir una democracia
Adolfo Hitler, Benito Mussolini y Hugo Chávez son claros ejemplos sobre cómo se puede desestabilizar la institucionalidad de una nación.
POR LUIS LAMAS PUCCIO
Como refieren Levitsky y Ziblatt [1], siempre se ha pensado que la forma más conocida y eficaz de quebrantar una democracia es por medio de la intervención compelida de una fuerza militar en las instituciones que configuran el Estado de Derecho. La historia de los últimos años evidencia intrusiones militares en los gobiernos de países como Argentina, Brasil, Guatemala, Pakistán, Chile, Egipto, Turquía y Uruguay, en los que se llevó a cabo acciones violentas y apremiantes por parte de grupos de militares que actuando al margen de la ley tomaron por decisión propia las riendas y la conducción de una nación.
Sin embargo, la realidad denota que también pueden llevar a cabo otro tipo de acciones más sutiles y sin el dramatismo o el trauma que implican los golpes militares, cuyos resultados y consecuencias no solo son iguales sino incluso a largo tiempo peores que los golpes de Estado tradicionales. Hablamos de formas o maneras soterradas y encubiertas de intervencionismo que incluso erosionan de más manera eficaz y poderosa toda la democracia, sin recurrir necesariamente a la presencia militar y al uso de la fuerza en los términos como la entiende la mayoría de las personas.
PRINCIPIOS DEMOCRÁTICOS
Ahora las democracias pueden ser desmanteladas o arruinadas no solo en manos de militares o dictadores que usan las armas, la fuerza y la violencia para llegar a presidir una nación, sino a través de partidos políticos y de líderes que son elegidos bajo las condiciones del sistema electoral. Lo que acontece es que una vez que estas personas han logrado acceder a un régimen de gobierno, lo primero que buscarán es por todos los medios subvertir y perturbar los mismos principios democráticos que hicieron posible que ellos accedieran a la conducción de una nación. Algunos protagonistas de la historia corroboran lo señalado, en el sentido de que una vez que llegaron a gobernar rápidamente empezaron a desmantelar de manera progresiva y sistemática todos y cada uno de los mecanismos en los que opera la democracia.
Los regímenes políticos establecidos por Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Hugo Chávez y otros similares, son claros ejemplos sobre cómo se puede desestabilizar la institucionalidad de una nación para beneficio de una cúpula que gobierna y en desmedro de millones de personas. Lo que resulta paradójico y hasta inverosímil, es que será en el mismo acto electoral donde comenzará todo el proceso de retroceso y repliegue de la democracia como sistema, a través de una senda política peligrosamente engañosa y furtiva muy bien diseñada que capitalizará al máximo todas y cada una de las debilidades o impotencias que caracterizan la democracia.
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