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Cédula electoral gigante de 2026: agravio a la democracia, confusión y voto fraccionado [ANÁLISIS]

Será la cartilla más grande y voluminosa usada en el Perú, con impacto negativo en la claridad del sufragio.

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Cédula electoral gigante de 2026: agravio a la democracia, confusión y voto fraccionado [ANÁLISIS].
Fecha Publicación: 07/09/2025 - 20:30
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Se trata de un hecho histórico en la tradición electoral de nuestro país y posiblemente en el contexto electoral universal y de otras naciones. Me refiero a las elecciones generales que se llevarán a cabo el 12 de abril de 2026, y que traerán consigo la cédula electoral más grande y voluminosa que jamás se haya utilizado y menos vista en una contienda electoral en nuestro medio.

A mi entender, implica un flagrante e incontestable menoscabo abierto —yo diría, menosprecio—, a la misma democracia como sistema de gobierno y al derecho que le asiste a todos y cada uno de los peruanos de asistir a un acto electoral y, a través del voto, poder elegir sin ningún artificio, treta o artimaña a las personas que nos deben representar en el próximo período gubernamental.

Confusión sensorial

No se requiere ser un experto y menos un especialista versado en temas electorales y cognitivos para percibir que la cédula de votación que se nos pondrá a la vista no es otra cosa que un instrumento, en lo que respecta a su forma, contenido y trasfondo, diseñado para suscitar confusión en el elector.

Un instrumento electoral que va a requerir una particular habilidad, pericia y destreza electiva, por parte de los electores comunes y corrientes, que son aproximadamente más de 27 millones de peruanos que se encuentran hábiles para concurrir a las ánforas.

Un nivel cognitivo sorprendente y a la vez desconcertante para muchos electores, y que requiere una mínima perspicacia, práctica y amplio discernimiento ante la cantidad de opciones, justamente para evitar su posterior nulidad, confusión o vicio en la ejecución de su marcación.

Planilla electoral gigante

En realidad, no se trata de una cédula de votación como comúnmente ha sido y se entiende, sino de una planilla impresionante por su tamaño y cantidad de contenidos. Un documento para votar y elegir en términos y condiciones físicas de tamaño gigantesco, desproporcionado y dimensiones abrumadoras para cualquier elector, no solo por su tamaño sino por las decisiones que contiene.

Una plantilla electoral que debería ser lo más reducida posible, sobre todo por lo que se encuentra de por medio, que no solo es el mismo acto electoral de por sí particularmente complejo y enrevesado, sino porque, en última instancia, se encuentra la misma democracia como sistema de gobierno respaldada por las votaciones.

La salvaguarda máxima de un acto electoral, respaldada por la institucionalidad electoral, requiere no solo la salvaguarda de la elección como tal, frente a las amenazas subyacentes de distinto género y otros intereses que se pueden esconder detrás del mismo proceso electoral.

El “poder en tus manos”

Con esta frase denominativa las autoridades electorales hacen referencia al acto y la cédula electoral que lo respalda, que en realidad es una denominación que, de manera subliminal y engañosa, esconde un proceso electoral de por sí particularmente fraccionado, difuso, espinoso, trabajoso y fragmentado; un acontecimiento plagado de toda clase de dificultades para el elector común y corriente.

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Una publicidad que, en apariencia, busca generar una confianza absoluta entre el electorado, y que, en la práctica, no resultaría nada cierta. Una propaganda que publicita una voluntad personal muy venida a menos, frente a una cédula electoral de particulares dificultades, aprietos y otras complejidades que, a simple vista, no resulta nada fácil descifrar.

Una cédula de votación que tiene un tamaño desproporcionado —por no decir descabellado—, que tiene una dimensión entre 42 y 45 centímetros, en el largo y el ancho, en la que, además, aparecen columnas que contienen varias docenas de símbolos, insignias, emblemas, letras, rostros humanos, nombres y diferentes figuras de todo orden, que hacen aún más difícil tomar una decisión respecto del candidato de elección.

Candidatos como cancha

Un número récord de agrupaciones y candidatos como nunca se ha visto en nuestro medio, y que hace pensar, por lo menos al más cauto de los electores, que adrede se habría diseñado el marco legal electoral como parte de un esquema normativo para diseminar adrede el voto electoral.

Hablamos de aproximadamente cuarenta agrupaciones o partidos políticos que convierten el futuro acto electoral en el mayor reto que puede afrontar cualquier población electoral en cualquier lugar del planeta.

Según estimaciones, se hace referencia a un total aproximado de 10,257 candidatos, entre los que persiguen integrar las fórmulas presidenciales, los que postulan para senadores y diputados, y los que deben representar al Parlamento Andino.

Una suma inaudita e insólita que, no tengo dudas, debe llamar poderosamente la atención y el asombro de la comunidad internacional por la cantidad de candidatos que postulan, que hace poco menos que imposible saber a ciencia cierta de quién o de quiénes se trata, si tienen, no solo antecedentes judiciales, sino familiares, económicos, emocionales, financieros, contables, tributarios o de cualquier otro género o índole.

Información y elección

Se trata de saber y disponer de información mínima y, sobre todo, creíble o cierta sobre lo que propone cada candidato y agrupación o partido político.

No solo me refiero a los antecedentes personales para evitar algunas sorpresas, como ahora acontece frente a determinados candidatos que incursionan en la función pública y representativa, sino de saber, en condiciones mínimas, de qué candidatos o postulantes estamos hablando, y, a la misma vez, conocer y analizar cada una de las propuestas.

Igual: qué encierra cada uno de los planes, proyectos o programas políticos de los que son parte quienes postulan a la función representativa, sobre todo en un medio político donde los controles partidarios previos e internos no existen, y los partidos, en muchos casos, son una Caja de Pandora.

Capacidad de elección

Elegir a un candidato entre los tantos, en los términos como se postula, no es de ninguna manera una tarea fácil y practicable para el ciudadano común.

Una elección, en el fondo, es una decisión aguda, sagaz y perspicaz del elector y que encierra particulares expectativas y bastante de conocimiento. Implica no solo un tema de visión e información para poder tomar una decisión, sino también total convencimiento sobre la decisión que se está tomando.

Hablamos de lugares adonde deben concurrir los electores improvisados e incómodos que, de por sí, hacen aún más fatigoso el acto electoral. Una capacidad de discernimiento electoral, en el presente caso, fuertemente disminuida, estrechada y menguada por las dificultades surgidas frente a una cédula electoral tediosa y confusa.

Un nivel cognitivo en materia electoral y de elección personal que se desenvuelve en un entorno político, partidario y gubernamental nada alentador y, por el contrario, adverso. Un juicio electoral personal incómodo que es el que, me imagino, tendrá que enfrentar cada elector que vaya a votar.

Voto fraccionado

En la política, como en todo en la vida, nada es casual. Al contrario, se esconde la causalidad que es el resultado directo de acontecimientos que se preceden unos a otros, como parte de una misma cronología, diseñada y supeditada a todo lo que le precede.

Una cédula electoral que deja entrever la poca o nula consideración y estima que se tiene hacia el ciudadano elector. Una diversificación del voto en infinidad de candidatos y propuestas, más orientada a disminuir, de ma nera significativa y relevante, las opciones individuales, para, de esta forma, debilitar, fraccionar y disminuir la fortaleza del voto universal.

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