«AMLO y Petro dañan la Alianza del Pacífico», sostiene Rodríguez Mackay

La Alianza del Pacífico, que nació en el 2011 como una iniciativa de integración social, política y económica entre México, Colombia, Chile y Perú, impulsada justamente por este último, ha sido transformada hoy en una herramienta de chantaje hacia el Estado peruano por los intereses ideológicos de sus demás miembros.

Quien detenta hoy la presidencia pro témpore de la Alianza de Pacífico es México, gobernado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Él, junto a su homólogo de Colombia, Gustavo Petro, continúan erigiendo esa campaña internacional de desprestigio impulsada por la izquierda regional hacia el gobierno de la presidenta Dina Boluarte, asegurando que es producto de un golpe de Estado hacia el expresidente Pedro Castillo.

Con esa mentira como sustento, López Obrador se niega hasta el día de hoy a entregar la presidencia pro témpore al Perú, la cual debió efectuarse en enero de este año. Para el excanciller Miguel Ángel Rodríguez Mackay, esta situación ha provocado que las relaciones diplomáticas y políticas del Perú con los Estados miembros de la Alianza del Pacífico se encuentren congeladas.

¿Qué debe hacer la Cancillería, el Estado peruano, en relación con la Alianza del Pacífico?

Lo primero que tenemos que hacer es un reconocimiento de que la Alianza del Pacífico está dañada. El daño a la Alianza del Pacífico podría hasta comprenderse que fuera exógeno, pero es endógeno, el daño es desde adentro. El daño ha sido producido por los propios miembros de la alianza, en este caso por México y por Colombia. La Cancillería debería esforzarse por hacer un control de daños de lo que significa esta nueva realidad.

Es verdad que en la Alianza del Pacífico todo se resuelve por consenso, por acuerdos donde los cuatro países están de acuerdo. Si el Perú no participa porque AMLO considera que la presidenta peruana usurpa el poder que tiene, es evidente que lo que era la alianza carece de legitimidad para los ulteriores planeamientos y desarrollos que tiene la alianza mirando las bondades y las necesidades del bloque.

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Tampoco podemos ponerle una pistola a López Obrador para que nos dé la presidencia pro témpore. La alianza, políticamente, ha entrado en una etapa de hibernación y lamentablemente esa etapa de hibernación producto de la irresponsabilidad de presidentes como AMLO, que no comprenden el significado de la alianza como bloque económico, va a impactar al tramo económico de todas maneras.

No lo va a liquidar, pero lo va a volver más lento. Lamentablemente nuestra diplomacia tendrá sus límites frente a estas decisiones unilaterales, no podemos obligar a López Obrador a que nos dé la presidencia pro témpore porque tiene que ser un gesto forjado en la actitud amistosa de Estado y la de él es inamistosa, ese sería el problema. Deberíamos asumir que la alianza está dañada política y diplomáticamente, y centrarnos en el consejo empresarial de la alianza.

Es un consejo que tiene un manejo bastante técnico empresarial, aunque sin el apoyo político necesario será diferente, habrá que buscar que sea lo menos diferente posible, lo menos dañino posible.

Asumiendo esa posición de que la Alianza del Pacífico está dañada de manera temporal, ¿cabe la posibilidad de que se congele la relación del Perú con los países miembros? O, en otro escenario, ¿cabe la posibilidad de que en una decisión autoritaria y unilateral decidan excluir formalmente al Perú de esta alianza?, ¿Se puede dar cualquiera de estos dos escenarios?

No creo que pueda pasar el segundo escenario, primero porque el creador e impulsor de la alianza es el Perú. AMLO no tiene potestades como para excluir al Perú, la Alianza del Pacífico surgió entre cuatro países y supera al gobernante de turno. Sin embargo, no podemos negar que una alianza con cuatro (países), donde el cuarto está marginado, esa alianza no va a caminar, no va a prosperar, va a ser una alianza frustrada.

Mientras López Obrador persista que hubo un golpe de Estado (en Perú) y una presidenta usurpadora, y también Petro (insista en esa narrativa), nuestro rol en la alianza será mínimo en términos políticos y diplomáticos, porque nosotros tenemos una moral internacional como Estado y la moral internacional como Estado significa que tenemos que hacer respetar nuestra dignidad nacional como Estado-nación. No podemos ser pisoteados por un presidente como AMLO que no entiende, que no comprende lo que significan los enormes valores de la política internacional.

Debemos pausar entonces las relaciones diplomáticas y políticas con los países miembros y enfocarnos en salvaguardar las relaciones de carácter estrictamente económico entonces.

Sí, no creo que el Perú debería separarse de la Alianza del Pacífico por un acto unilateral porque eso sería darle pie y darle la razón a AMLO. Deberíamos asumir y entender que los presidentes (miembros), cuando son contrarios a la gestión del Estado y entorpecen a la alianza, tenemos que esperar a que cambien (sus gobiernos) y que haya mejores tiempos. Mejores tiempos significan que López deje la presidencia de México y Gustavo Petro la de Colombia, por eso digo que la Alianza del Pacífico está dañada y entrará a una etapa de hibernación.

Ahora, si bien es cierto Chile ha reconocido a la presidenta Dina Boluarte, en esa situación sobre el aislamiento propiciado por López Obrador y Petro hacia el Perú no ha habido pronunciamiento alguno de su parte. Llama la atención el silencio de Gabriel Boric.

Es verdad que el presidente de Chile (Boric) no ha llegado al extremis de los presidentes de México y Colombia, pero igual el presidente Boric se muestra dubitativo y vacilante, propio de su inmadurez como presidente neófito que no sabe lo que quiere y que algunas veces va según como la corriente mande. Eso es malo, porque los jefes de Estado tienen que tener definición política, los hombres de Estado tienen que ser coherentes y tener una sola posición y la de Boric no se sabe cuál es su posición. Jugar con los dos pies en la política internacional no es bueno.

¿Qué buscan México y Colombia ejerciendo este tipo de aislamiento al Perú en la Alianza del Pacífico y de manera regional con esta falsa narrativa que en el Perú hay un gobierno usurpador producto de un golpe de Estado?

AMLO y Gustavo Petro se han convertido en agentes de la izquierda y del progresismo latinoamericano que tienen el mandato expreso, apoyados por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, de defenestrar al gobierno peruano legítimamente constituido por sucesión presidencial. Las acciones de esos dos mandatarios no son gratuitas, obedecen a un esquema regional para que se produzca en el Perú otro gobierno con similares características al de Pedro Castillo, en el sentido de que sea un gobierno de izquierda. Por eso digo y reitero el nefasto precedente que ha dejado la ideologización de la política internacional latinoamericana, le está haciendo mucho daño a nuestra región.

Ante este panorama internacional complejo y adverso promovido por la izquierda latinoamericana, ¿cómo debe hacer frente a esta situación el Estado peruano y la Cancillería?

La Cancillería debería hacer una reingeniería de su proyección internacional, de la imagen internacional y decirle a la comunidad regional y a la comunidad mundial lo que pasa realmente en el Perú. No obstante, no le veo a la Cancillería esas ganas, ese tono. Debería decirle al mundo qué pasó realmente en el Perú, pero ya hemos dicho de mil maneras de la necesidad que haya embajadores especiales que vayan a los países (a explicar lo que pasó). Hemos dicho de mil maneras que estas estrategias pasan para crear legitimidad internacional.

Si la presidenta peruana pierde legitimidad internacional, evidentemente eso la va a menoscabar. Al menoscabarla, la va a afectar muchísimo porque se habrá producido también, junto al menoscabo interno, dos ausencias de legitimaciones, una internacional y otra interna, y eso puede terminar jugando totalmente en contra hacia ella (Dina Boluarte). Si no hay estrategia en tratar de aclarar las cosas hacia el mundo entero, todo lo veo muy finito.

¿A qué respondería esa “falta de ganas” que usted asegura hay en la Cancillería? ¿Es una cuestión de capacidad o de desidia?

La buena diplomacia tiene que ser valiente, dotada. No basta que sea una diplomacia preparada, no basta que sea una diplomacia muy bien tecnificada. Si no hay una actitud valiente de acuerdo a las circunstancias, en verdad la impronta de un fracaso internacional será la consecuencia de una actitud timorata (de Cancillería). Cuando se tiene poder, hay que usar el poder y sin pérdida de tiempo.

El mayor drama de la diplomacia peruana ha sido la ausencia de toma de decisiones en los últimos años. No puedo esperar otra cosa que sea una efectiva acción, pero si no hay carácter para hacerlo y se cree que todo puede jugar en contra, esa actitud timorata hace mucho daño. La presidenta necesita ser empoderada, todos sabemos que es una presidenta por sucesión, todos sabemos que no es usurpadora. Solamente esas dos realidades son suficientes para ir con todo en el mundo entero y decir exactamente lo que está pasando. Sin embargo, pareciera que tampoco la presidenta es consciente de esto porque entra en un contertulio con la canciller (Gervasi) que me llama mucho la atención. Pareciera como que la presidenta está cómoda y no mira la realidad de lo que está pasando. Pareciera que la presidenta está viviendo casi una gestión gubernamental como si fuera el avestruz, que puede esconderse solamente introduciendo su cabeza en la tierra.

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