Navidad 2023: «Admirable consejero, Dios fuerte, Padre eterno y príncipe de paz»
Un pequeño mensaje navideño.
Hace cerca de 3 mil años que el profeta Isaías anunció que vendría al mundo un Niño, un hombre, cuyo reinado acabaría con la oscuridad en que vivían en esos años los olvidados de la Tierra.
El sería, según el Viejo Testamento, un “Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz”.
El Viejo y el Nuevo Testamento traen mensajes de solidaridad desde Tierra Santa, mensajes que con el tiempo se han hecho comprensivos y tolerantes. No de venganza sino de perdón. No de minorías ruidosas y violentistas, sino de mayorías silenciosas. Ese es el principal mensaje –incluso filosófico- que motoriza el mundo moderno, aunque esté ensangrentado.
Felicidades Dina
Feliz Navidad pareciera ser una frase seca, vacía, un lugar común. Pero no lo es para los hombres de buena voluntad. Feliz Navidad Dina Boluarte, por haber sorteado la “toma de Lima” de parte de senderistas y castillistas ateos que, por cierto, no creen en Jesús ni menos en la Virgen María.
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Felicidades Sra. Dina por llegar a su tierra, Chalhuanca, sin contratiempos, hace pocos días, aunque -según encuestadoras de pasado mafioso- tenga usted una popularidad de solo un dígito. No importa. Ya vendrán tiempos mejores, si caso no la vacan antes.
El artífice
Feliz Navidad, premier Alberto Otárola, por haber sido el artífice –junto a la caviarada- para defenestrar a la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, por temor a un proceso torpe de derechos humanos -los muertos de fines de 2022 y comienzos del 2023- en que podían sentenciarlos, junto a la mandataria, por autoría mediata...
Aunque en el caso suyo no tan mediata, por su manejo del sector Defensa, con el añadido de haber sorteado el expediente fiscal de sus “visitadoras”. Bingo. El señor está con usted, señor Otárola, y con su espíritu, sobre todo por haber vuelto al lugar de nunca debió salir: el socialismo, el humalismo y el caviaraje.
Nació en un pesebre
A las 12 de la noche nuestros pensamientos estuvieron en la familia, en la felicidad sobre todo de los niños, porque la Navidad es sobre todo para ellos.
En los últimos años se ha venido desnaturalizando esta fecha, tratando de convertirla en una fiesta de regalos y no de amor y solidaridad. De otra parte, ¿qué no han hecho las autoridades tipo Martín Vizcarra para hacer mella en los sentimientos humanos en la pandemia? ¿Y qué no ha hecho el mercantilismo para olvidar que el Niño Jesús nació en un pesebre, que fue hijo de peregrinos que no tenían ni casa.
Y que los primeros que se ilusionaron con ese nacimiento fueron los pastores pobres y sus rebaños.
Para el hijo de Chota
Retornando a nuestro querido Perú, también habría que decirle feliz Navidad al inquilino del penal de Barbadillo, Pedro Castillo Terrones, que no ha podido estar en la cena familiar por su exclusiva responsabilidad: por haber violado la ley de Dios -No robarás.
/No darás falso testimonio ni mentirás- y las leyes humanas.
A Don Pedrito (perdón por el cocinero) habría que regalarle en estas fiestas un libro, que podría ser “Coquito”. O mejor un paquete donde esté El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, y el Bosque adentro, de los hermanos Grimm. O un libro un poco más avanzado y peruano: Paco Yunque, del inmortal César Vallejo.
¿Y Cerrón?
El hijo de Chota al menos ha coqueteado en algún momento de su atribulada vida sindical con la fe cristiana, mejor dicho protestante, dicen sus escasos biógrafos embrionarios, por lo que hace merecedor de un regalo o varios.
Eso mismo no se puede hacer con Vladimir Cerrón, a quien habría que enviar –no precisamente de regalo- a todas las brigadas de la Diviac para que lo capturen, pero estamos seguros que no lo harán.
¿Verdad Harvey Colchado? Este polizonte dicen que solo hace caso a sus jefes Carlos Basombrío y Rubén Vargas. Es decir, persigue solo a los enemigos de la izquierda. Plop.
El pecado de Oyuki
¿Y qué se les podría regalar a las camaradas Verónika Mendoza, a la ojiverde Sigrid Bazán, Susel Paredes, Flor Pablo, Roberto Sánchez, al cura Arana y otros liberacionistas? Tal vez la serie del pecado de Oyuki.
O el ¿Opio del pueblo? de Michael Löwy, al parecer un progre que podría aliviar sus malas conciencias.
Mejor confesiones de un sacerdote de Ernesto Morales, una novela que puede servir para desprestigiar más al Vaticano y a los papas.
Abraza a Maduro
Aunque hablando de papas ya no necesitan mucho desprestigio, como ese argentino Francisco (Jorge Bergoglio), quien saluda y hace migas con las autoridades de la isla de Fidel Castro y abraza al tirano Nicolás Maduro de Venezuela.
De seguro haría lo mismo con Daniel Ortega de Nicaragua. Solo le faltaría felicitarlo por perseguir y masacrar a cristianos. Cuánta falta nos hace Juan Pablo II, Karol Wojtila, quien nunca habría permitido esa afrenta contra la fe cristiana.
¿Hasta cuándo?
¿Ustedes creen, amigos lectores, que Juan Pablo II hubiera permitido la expulsión de religiosos desde 2018, cuando Ortega expatrió al obispo de Managua, monseñor Silvio Báez? Luego se supo de 12 sacerdotes encarcelados por ser “contrarrevolucionarios” y todos, más el Nuncio de Roma, fueron expulsados en dirección al Vaticano.
El destierro más reciente de sacerdotes ocurrió en octubre pasado, después de sacarlos de las mazmorras de la dictadura. ¿Hasta cuándo?
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