¡Vizcarra premia a terrorista!
“Estamos de acuerdo con todos los que se reclaman leninistas en que la violencia revolucionaria tiene que ser producto del movimiento de masas (…) No debemos condenar a sendero luminoso que es un sector revolucionario (…) Creemos que la lucha armada es el único camino para que el pueblo tome el poder (…) ¿Están dadas las condiciones para la lucha ahora? (…) Creemos que sí. Y creemos que en algunos lugares donde sea posible y necesario, esta autodefensa armada debe impulsarse. Existen condiciones. La única condición ausente es que falta una dirección apropiada (…) Tarea importante es, como he señalado, coordinar la lucha contra la represión.”
Esta indudable apología al terrorismo la escribió Hugo Blanco. Un terrorista que en los años sesenta asesinó con crueldad a policías y luego se regocijó, sádicamente, en un video. Según el Tribunal Constitucional, “aunque la libertad de expresión no debe considerarse un derecho limitado” es necesario interpretar posibles restricciones para considerar que el comportamiento sea merecedor de pena. Una interpretación es que la exaltación se refiera a un acto terrorista o a quien haya cometido el delito. Entonces, ¿cómo la gestión Vizcarra premia a un apologista del terror, financiando y difundiendo en nuestras escuelas un documental torticero que, obviamente, además lo encumbra? Aparte, debemos denunciar al prostituido diario El Comercio porque ayer enalteció -a página entera- a este terrorista, puesto que el autor del comentario coincide en que el documental de marras “en su estética de ‘búsqueda poética de la memoria dificulta la comprensión cabal de hechos históricos alrededor de Hugo Blanco’, pero no avala el radicalismo violento o terrorista.” Impacientado El Comercio por conciliar con la gestión Vizcarra en todos los escenarios, soslaya que dicho terrorista ha escrito lo que hemos reseñado al inicio de este comentario. Vale decir, ex profesamente sortea que el documental que alaba –al unísono con el régimen- traslada a nuestros niños y jóvenes una imagen bucólica de quien manifiesta que la lucha armada es la única vía para que el pueblo tome el poder, y además rechaza condenar a sendero luminoso al que llama “sector revolucionario”. Pudiese ser que, específicamente, el documental sobre aquel terrorista de los sesenta no practique apología directa al terrorismo. Sin embargo, el personaje del documental -al cual enaltece el régimen progre-marxista de Vizcarra- encarna implícitamente la figura de un apologista del terrorismo, que cree en la lucha armada como el único camino de la izquierda para capturar poder y reafirma, además, que aquella “autodefensa armada debe impulsarse”.
Desátense la trenza de una vez por todas, miembros del gobierno Vizcarra y dueños de medios de prensa vendidos al régimen a cambio de publicidad y créditos avalados por el Estado que, seguramente, no honrarán. Su meta es socializar el Perú sin haber sido electos por el voto democrático, sino aprovechando la coyuntura de la corrupción! Tanto de su cabecilla original –el investigado ex presidente Kuczynski- como prejuicios sobre su heredero Vizcarra, y sendos oficialistas que se amparan prepotentemente en el poder político-mediático para evitar ser imputados por corrupción. “EEstamos de acuerdo con todos los que se reclaman leninistas en que la violencia revolucionaria tiene que ser producto del movimiento de masas (…) No debemos condenar a sendero luminoso que es un sector revolucionario (…) Creemos que la lucha armada es el único camino para que el pueblo tome el poder (…) ¿Están dadas las condiciones para la lucha ahora? (…) Creemos que sí. Y creemos que en algunos lugares donde sea posible y necesario, esta autodefensa armada debe impulsarse. Existen condiciones. La única condición ausente es que falta una dirección apropiada (…) Tarea importante es, como he señalado, coordinar la lucha contra la represión.”
Esta indudable apología al terrorismo la escribió Hugo Blanco. Un terrorista que en los años sesenta asesinó con crueldad a policías y luego se regocijó, sádicamente, en un video. Según el Tribunal Constitucional, “aunque la libertad de expresión no debe considerarse un derecho limitado” es necesario interpretar posibles restricciones para considerar que el comportamiento sea merecedor de pena. Una interpretación es que la exaltación se refiera a un acto terrorista o a quien haya cometido el delito. Entonces, ¿cómo la gestión Vizcarra premia a un apologista del terror, financiando y difundiendo en nuestras escuelas un documental torticero que, obviamente, además lo encumbra? Aparte, debemos denunciar al prostituido diario El Comercio porque ayer enalteció -a página entera- a este terrorista, puesto que el autor del comentario coincide en que el documental de marras “en su estética de ‘búsqueda poética de la memoria dificulta la comprensión cabal de hechos históricos alrededor de Hugo Blanco’, pero no avala el radicalismo violento o terrorista.” Impacientado El Comercio por conciliar con la gestión Vizcarra en todos los escenarios, soslaya que dicho terrorista ha escrito lo que hemos reseñado al inicio de este comentario. Vale decir, ex profesamente sortea que el documental que alaba –al unísono con el régimen- traslada a nuestros niños y jóvenes una imagen bucólica de quien manifiesta que la lucha armada es la única vía para que el pueblo tome el poder, y además rechaza condenar a sendero luminoso al que llama “sector revolucionario”. Pudiese ser que, específicamente, el documental sobre aquel terrorista de los sesenta no practique apología directa al terrorismo. Sin embargo, el personaje del documental -al cual enaltece el régimen progre-marxista de Vizcarra- encarna implícitamente la figura de un apologista del terrorismo, que cree en la lucha armada como el único camino de la izquierda para capturar poder y reafirma, además, que aquella “autodefensa armada debe impulsarse”.
Desátense la trenza de una vez por todas, miembros del gobierno Vizcarra y dueños de medios de prensa vendidos al régimen a cambio de publicidad y créditos avalados por el Estado que, seguramente, no honrarán. Su meta es socializar el Perú sin haber sido electos por el voto democrático, sino aprovechando la coyuntura de la corrupción! Tanto de su cabecilla original –el investigado ex presidente Kuczynski- como prejuicios sobre su heredero Vizcarra, y sendos oficialistas que se amparan prepotentemente en el poder político-mediático para evitar ser imputados por corrupción.