Un país infracomunicado
A pesar de esos miles de millones malgastados (propiamente malversados) por el Estado para construir carreteras, de haberse usado correctamente esos recursos -particularmente a lo largo de este tercer milenio, cuando el Perú recién entendía los beneficios que había acumulado, como consecuencia de la reforma estatal derivada de la Constitución de 1993- quedó en claro que continúa haciéndonos mucha falta contar con redes viales y sistemas comunicación de diferentes órdenes. Esto incluye puertos para atender la demanda de carga vía cabotaje: aquella eficiente y segura modalidad ferroviaria para carga y pasajeros. Analicemos estas dos últimas. En el caso del cabotaje, el Congreso retiene un proyecto de ley que, dada la calaña de la gran mayoría de legisladores, continúa durmiendo el sueño de los justos.
Porque en lugar de estudiarlo, aprobarlo y obligar al Ejecutivo a ponerlo en práctica, sigue archivado. Convertido en ley, descongestionará las pistas, con lo cual disminuirán los accidentes, protegiendo la vida y salud de miles de personas que mueren o quedan tullidas anualmente por accidentes carreteros. También evitaría que transiten sobre las pistas demasiados camiones de enorme volúmen de carga, aliviando las vías y facilitando el tráfico carretero.
Finalmente, bajaría el costo del transporte, mitigando su peso en el raído bolsillo social. Respecto a la red ferroviaria, inaugurada en 1893, Lima cuenta con el Ferrocarril Central: de Lima a Cerro de Pasco y Huancavelica. Hasta los años sesenta del siglo veinte, también existía el tren Lima Huacho, con escala en Ancón, Chancay, Huaral. ¡Hasta hubo un autovagón entre Lima y Ancón! ¡Exceptuando el Ferrocarril Central, el tren Lima-Huacho fue destruido sin criterio! Este medio hace falta ahora, siendo Lima Norte una de las zonas densamente más pobladas, severamente afectadas por el cobro de estrafalarios, viles peajes.
¡Incluso para transportarse unas pocas cuadras! Por si fuera poco, la red ferroviaria Lima-Huacho en este momento sería una solución para el gravísimo problema del tránsito que generará el Puerto Chancay, apenas inicie operaciones. Por cierto, el llamado Sur Chico, se encuentra igualmente abandonado sin red de transporte ferroviario, indispensable tanto para el desarrollo de esas miles de industrias y comercios que vienen ubicándose en las laderas de la Carretera Sur, así como para esos millones de seres humanos que viven entre Lima y la región Ica.
Si en lugar de tener la cabezota entumecida en llenarse los bolsillos y en politizar la gravísima situación general, los congresistas se dedicaran a trabajar por el bienestar ciudadano (para ello los contribuyentes les pagamos un sueldo; ¿o no recuerdan?); ideando, debatiendo y aprobando leyes útiles para el país, como establecer aquella red ferroviaria del sur a norte, y del este a oeste; lo mismo que una estructura de cabotaje a lo largo de esos 3,080 kilómetros de costa del Pacífico que tiene el Perú, pues sépalo, amable lector, otro sería nuestro país. ¿Algún día se apiadará Dios de los peruanos, erradicando esa ponzoñosa masa de politicastros mediocres, incluso analfabetos y corrompidos, que fungen de presidentes, legisladores, ministros, etc., mermando los bolsillos a millones de peruanos?
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