Un gobierno demasiado improvisado
De un tiempo a esta parte, la presidente Dina Boluarte viene desconcertando al país. Aunque parezca imposible, perturba con mayor vehemencia de la que ya solía hacerlo, desde que asumió la presidencia tras la vacancia de quien fue su compañero de plancha presidencial; luego su jefe en el gobierno. Recordemos que ella se incorporó orgullosa como ministra del infecto régimen que, durante año y medio, presidió el golpista y corrupto –hoy reo– Pedro Castillo Terrones.
Boluarte sorprende con más intensidad por sus omisiones. Aunque asimismo, por su extraño accionar. En especial, cuando elige a altas autoridades. Como por ejemplo, escogiendo a gente perteneciente al partido Perú Libre, aquel que la llevó al gobierno junto con Castillo. Y/o personas vinculadas a cuestionados gobernantes, como Martín Vizcarra, imputado por corrupción y camino a su próxima audiencia frente a un juez. O finalmente, cargadas de malas vibras y, por supuesto, con denuncias por colusión; inclusive por homicidio culposo, como el hoy presidente de EsSalud, personaje que reemplaza a la cuestionada Rosa Gutiérrez, polémica ex ministra vizcarrista designada y removida como ministra de Salud por Boluarte y recientemente impuesta y asimismo retirada por Boluarte de la presidencia del EsSalud.
Hay quienes sindican a Vladimir Cerrón y a Nicanor Boluarte, hermano de la presidenta, como eminencia gris para ciertos nombramientos. En cualquier caso, sorprende la infame selección de funcionarios con que Boluarte ha llenado su gobierno, exceptuando quizá al premier Otárola y a una que otra ministra y/o ministro. Yerros que multiplican peligrosamente la inoperancia de un régimen que adolece desde un plan de gobierno, hasta la experiencia para administrar una indómita nación como la nuestra. Un régimen evidentemente improvisado.
Van dieciocho meses de gestión de este gobierno demasiado improvisado, consecuentemente sin resultados. ¡Un auténtico peligro! En cualquiera otra nación el Parlamento hubiese planteado la vacancia presidencial, convocar a elecciones y conseguir que un nuevo jefe de Estado asuma las riendas del país. Pero estamos en la República peruana, donde todos hacen lo que les da la gana.
Por eso el Estado peruano es de los más retrógrados del mundo. Campeón de la ineficiencia y el abuso con las mayorías, y/o permisivo con los amigotes del poder. Y por eso, también, somos un país poblado por gente resentida con un Estado muy ajeno al imperio de la ley; que no ofrece buena educación, justicia, seguridad ni paz social a sus 33 millones de pobladores. Y, a decir de los resultados, sigue siendo muy permisivo con la informalidad, la corrupción –incluso post affaire Lava Jato– y cuánto vicio pueda imaginarse.
Reiteramos lo que escribimos en nuestro comentario de ayer. Si el 29 de julio, junto con su Mensaje a la Nación por Fiestas Patrias, la presidente Boluarte no presenta al Congreso un verdadero plan de gobierno, adecuado para las circunstancias y para los siguientes tres años de gestión que le restaría, entonces el Parlamento deberá plantear el adelanto de las elecciones para el año que viene, apenas se haya producido el recambio de los miembros del Jurado Nacional de Elecciones.
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