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Terrible historia

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Fecha Publicación: 15/08/2023 - 23:00
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EXPRESO es consciente del daño causado al país por la prensa venal, tras deshonrar inescrupulosamente su papel fundamental como defensora de la sociedad. De un plumazo, caería el telón de lo que fuera una sesquicentenaria saga familiar, sepultando el prestigio de un periódico.

Asimismo, se manchaba el apellido de quienes fueran parte del gran periodismo peruano, caracterizado por un diario antes reconocido –nacional e internacionalmente– como uno de los más importantes de esta parte del mundo. Ya en vísperas de la implosión del régimen presidido por Alberto Fujimori, ese diario procuraba escalar al estrato de la multimedia, que en esos momentos recién comenzaba a popularizarse entre los principales medios del planeta, unificando a la prensa escrita, radial, televisiva con la flamante intercomunicación cibernética.

El Perú recién salía de la quiebra económica; también había superado veinticinco años de terrorismo. En general el ánimo era bastante proactivo. Renunciado Fujimori y tras el breve régimen de Paniagua, ganaría las elecciones un enigma apellidado Toledo, que fue secuestrado por la “nueva” prensa plagada de compromisos y subyugada a otra novedad que recién había penetrado en nuestro Estado conocida como las ONG. Estas acabarían siendo el talón de Aquiles de ese acendrado periodismo que había consolidado el Perú.

A partir de entonces, la avidez por destacar, unida a la desesperación por pertenecer al exclusivo “club de los privilegiados” –donde solo participaban los que resultaban aprobados por una suerte de junta calificadora digitada por la progresía caviar– conformado solo por los flamantes propietarios de las ONG y los hijitos de papá de aquellos otrora “importantes periódicos”. Entonces empezaría la competencia por ser el medio “más grande, el más importante”; en consecuencia, el preponderante al tiempo de “negociar” con el gobernante.

A partir de allí El Comercio recurriría a asociarse con el gran capital. Requería dar la talla financiera que demandaba convertirse en dueño de un canal televisivo. Se asoció con bancos, que pronto quebrarían, y movió cielo y tierra políticamente. Pero las cifras no cuadraban (…) hasta que la ocasión se presentaría trajeada de un presidente apellidado Toledo, colocado contra las cuerdas so pretexto de unas supuestas encuestas para medir la popularidad de su gobierno.

Así, El Comercio publicaba a Toledo con apenas 7% de aprobación, al punto de presentar en portada una nota del Director en la que se le demandaba al jefe de Estado “dar un paso al costado” (…) ¡por las encuestas! Semanas después surge César Almeyda, correveidile del presidente Toledo y mandamás de Indecopi, enviando a prisión a los dueños del canal cuatro y declarando en insolvencia al medio, pasándolo a poder de Indecopi, de donde lo “salvarían” La República y El Comercio, adquiriéndolo por una peseta. Ambos diarios pasaron a mejor vida; el primero perdió todo el prestigio que le legasen las tres primeras generaciones familiares, y el segundo siguió con su mala fama.

Hoy, EXPRESO publica una primera parte de la operación que urdieron ambos medios con un presidente procesado por corrupto que, se supone, tiene mucho que decir.

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