Si me engañas una vez es tu culpa, pero si me engañas dos veces es la mía
A través de la historia, la vida política de los países es repetitiva por la propia filosofía y existencia de los seres humanos, cuya conflictividad es parte de la convivencia. Cada país aprende o deja de aprender de lo que sucede al vecino, y es así que una vez más la historia se repite, como lo manifestó Joseph Stalin: “No importa quién vota, sino quién cuenta los votos.”
Es una frase muy perspicaz para quienes persiguen la maldad, el engaño y el fraude para lograr su objetivo a toda costa, sin importar absolutamente nada.
Muchos somos testigos de la crueldad de un sistema de gobierno cuyo objetivo es el aprovechamiento de unos pocos a costa del sojuzgamiento y abuso de la mayoría. Algunos llegaron democráticamente y, una vez instalados, es muy difícil sacarlos democráticamente, porque todos están coludidos y saben que su final es la fuga, la cárcel o su auto eliminación.
Los países vecinos y no vecinos simplemente son observadores pasivos y, con pronunciamientos oficiales, tratan de hacer ver su disconformidad respetando la no intervención en asuntos internos de cada país.
Los medios de comunicación, de manera general, informan de acuerdo a su propio interés, algunos con la verdad y otros con medias verdades que son peores.
Sin embargo, los llamados a poner orden y promover el respeto a la vida humana son los organismos internacionales y, en este caso, la Organización de los Estados Americanos (OEA) cuya misión es asegurar la democracia, el bienestar económico y social de los Estados miembros.
La situación actual que vive Venezuela se supone que debieron actuar antes, durante y después de este proceso electoral, lo cual evidencia su ineficiencia y total indiferencia al sufrido país venezolano. Ni qué mencionar a las ONG de Derechos Humanos, ya que una vez más demuestran que su existencia es solamente para beneficio económico propio y para perseguir a sus opositores, por lo tanto, no merecen cabida en países libres y soberanos.
Nuestro país no es ajeno a estos procesos electorales cuya voluntad popular estuvo en duda; con autoridades electorales que no demostraron la transparencia necesaria para sentirnos tranquilos con resultados que evidencien la expresión auténtica, libre y espontánea de los ciudadanos y que los escrutinios sean el reflejo exacto y oportuno de la voluntad popular.
Actualmente, ante la proximidad de nuevos procesos electorales en nuestro país, podemos apreciar cómo intentan aferrarse al puesto valiéndose de muchos subterfugios legales.
Sin duda alguna, los motivos deben ser muchos; pero lejos de respetar y hacer respetar el voto ciudadano, estamos alertados y si las autoridades que tienen la responsabilidad de removerlos de sus puestos no cumplen con su función fiscalizadora, también son cómplices y traidores a la patria de lo que pudiera suceder a futuro.
Por: Gral. Div. EP Ronald Hurtado Jiménez
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