Sepulcros blanqueados

Las Fiestas Patrias transcurrieron en un Perú en paz y con Lima inusualmente soleada, hecho irrefutable de que el fenómeno El Niño nos volverá a desafiar en el 2024. El extenso discurso de la jefa de Estado evidenció vacíos pero también hizo importantes anuncios en materia de educación. Sin embargo, la revelación de EXPRESO publicada el domingo 30 de julio agrega algunos matices al estado actual de la educación superior en el país.

Efectivamente, un reportaje de EXPRESO demostró que la gestión de la Sunedu durante cerca de una década ha sido una mera gestión de intereses privados. Ex ministros y ex viceministros, principalmente del impresentable Martín Vizcarra Cornejo y de su continuador Francisco Sagasti, quienes se convirtieron en privilegiados “consultores” de la Sunedu al cobrar cerca de S/ 10 millones por ese concepto.

De Vizcarra hay poco que agregar, pero en el caso de Sagasti el hecho resulta más grave aún al verificarse que él durante años integró a dedo la Sunedu y estuvo ligado a una serie de personajes que, coincidentemente, luego formarían un partido político y se convertirían en férreos defensores de lo que ellos denominan “la reforma de la educación superior”. ¿Algún día se investigará lo que realmente sucedió en la Sunedu? ¿Algún día se investigará a Vizcarra y sus cómplices mediante una Comisión de la Verdad por el genocidio impune de la COVID-19, como ha propuesto Beatriz Merino?

Volviendo al discurso de la presidenta Dina Boluarte del 28 de julio, una batería de críticos saltó a algunos medios de comunicación para criticar el discurso y los “vacíos” en materia de educación superior. Pero he aquí que buena parte de esos críticos son los mismos “consultores” de la Sunedu que, sin la menor vergüenza, pasaron de ministros o viceministros de educación a bien remunerados “consultores” de la entidad encargada de licenciar universidades y administrar el Registro Nacional de Grados y Títulos.

Son los mismos que critican las denominadas “puertas giratorias” en algunos funcionarios públicos que luego se convierten en ejecutivos de empresas privadas que ellos beneficiaron mientras servían al Estado. Una corruptela que debe ser erradicada. Pero, ¿y ellos? ¿No es igualmente inmoral pasar de ser funcionario, viceministro o ministro de educación a ser consultor del Minedu o de la Sunedu?

Nunca antes la expresión bíblica “sepulcros blanqueados” fue mejor utilizada: por fuera supuestos profesionales impolutos, por dentro meros arribistas y oportunistas que esgrimen la defensa del interés general en la educación superior pero, en realidad, solo quieren perpetuar sus sinecuras.

Del discurso presidencial yo rescato la voluntad de defender la meritocracia en la carrera Pública Magisterial, las acciones dispuestas para prevenir los daños que pueda causar el FEN el próximo año y, sobre todo, el enorme esfuerzo fiscal realizado por el Estado, es decir, por todos los peruanos, para incrementar las remuneraciones de los docentes y auxiliares y para pagar la deuda social que se arrastra durante décadas.

Sin embargo, yo hago una sincera exhortación a todos los docentes para que se comprometan a mejorar la educación de nuestras niñas, niños y adolescentes y convertir a las nuevas generaciones en artífices de un nuevo Perú más justo, libre y solidario. El concurso de los docentes es clave para cambiar la actual situación. Yo confío en la capacidad y el patriotismo de las maestras y maestros para acometer este reto.

Y con relación a la seguridad ciudadana y las medidas anunciadas para combatir la creciente criminalidad, yo esperaba que nuestra Presidenta anuncie el inicio del proceso para desvincular a nuestro país del Sistema Interamericano de Derechos Humanos e iniciar un debate para instaurar la pena de muerte. En cambio, ella anunció que acatará las recomendaciones de la CIDH. Respeto su decisión, pero no la comparto. Pero así es la democracia.

Esa en mi forma de ser, yo digo lo que pienso, con el perdón de los adefesios. Porque, luego del régimen del golpista y corrupto Pedro Castillo, el discurso de la presidenta Dina Boluarte por lo menos deja una brizna de esperanza de que podremos empezar a salir de la crisis actual.

Por Óscar Becerra Tresierra

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