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Reflexiones de Navidad

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Fecha Publicación: 20/12/2019 - 21:50
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Las fiestas navideñas han llegado, este año, sin mucho ruido y con más recato comercial a diferencia de otras épocas. Si bien las calles se muestran compactas de gente que camina hacia centros conocidos de venta de juguetes y artefactos navideños, no se siente igual en el bombardeo publicitario al que nos tenían acostumbrados los centros comerciales que, en otros épocas, no saturaban de ofertas tarde, mañana y noche. Al parecer, la desaceleración económica nos viene cobrando la factura. La población lo siente así en sus bolsillos, que es la mejor medida que el ciudadano de a pie tiene para tomarle el pulso de cómo vamos en nuestras economías.

Sea como fuere, sin embargo, la Navidad es una fiesta cristiana que nos recuerda que nuestras vidas tienen sentido si sólo sabemos dar amor, si sólo miramos al prójimo para dar algo de nosotros, sin esperar nada a cambio; es lo que se conoce como bondad. Es la mejor ocasión para hacer de la familia el núcleo central de nuestra existencia, la célula fundamental de vida, el espacio natural en el que conviven las mejores expresiones de unidad, aun cuando puedan existir diferencias en sus miembros. Por esta fecha solemos reflexionar para qué llegó Cristo a la vida y qué significó su presencia después.

El país, y Lima en particular, recibe la Navidad en medio de un contexto que no es, precisamente, de paz, ni de unidad, ni de tranquilidad. Todo lo contrario. Vivimos días difíciles en todo orden de cosas, en los cuales la incertidumbre es lo más relevante en nuestro quehacer diario. Si tomamos en cuenta la agendia que los medios de información nos muestran todos los días, desde muy temprano, llegaremos al convencimiento que los problemas de la inseguridad ciudadana, la violencia urbana, el feminicidio y maltrato a la mujer, la corrupción y el desencuentro político son elementos recurrentes y perturbadores en nuestras vidas.

Según datos estadísticos que se conocen, son más los limeños que perciben la inseguridad como el principal problema (82.2% en Lima y 87.8% en el Callao) , seguido por el transporte; es decir, por la dificultad para movilizarse en una ciudad que se torna cada vez más caótica en su red vial. Y si a ellos se suma los hechos de corrupción que a diario se descubren y parecen de nunca acabar, tenemos el panorama más o menos desalentador en el que estamos recibiendo estas fiestas navideñas.

Las políticas públicas existentes sobre seguridad ciudadana parecen ineficientes o son muy débiles a la luz de la realidad. Todos los días los noticieros dan cuenta de asaltos, robos a mano armada, presencia de marcas, incursiones a centros comerciales y viviendas cada vez más violentas y riesgosas. La gente se siente insegura de caminar por las calles y más en fiestas masivas como ésta. De cada 10 limeños sólo uno se siente seguro en las calles, según el promedio estadístico de las investigaciones existentes. Esta es la realidad. Y otra aún más grave se presenta en el maltrato a la mujer en Lima y el resto del país, siendo el feminicidio el delito más cruel en su máxima expresión.

Según se conoce, en lo que va del año a la fecha, las víctimas por feminicidio han llegado a 156, siete más de las registradas el año pasado, lo cual preocupa en su progresión. Casi a diario nos enfrentamos con noticias de este tipo. La brutalidad con la que se da nos tiene que llamar a reflexión. ¿Qué está pasando? Las estadísticas que arrojan tanto el INEI como el Ministerio de la Mujer son desalentadoras. Hay necesidad de fortalecer valores y formar a nuestros niños, desde el hogar, en estos principios de defensa de la vida, de la mujer y de la persona en general. Respetar su dignidad y su derecho a la libertad y la vida, tal como fueron las enseñanzas de Jesús en vida y después de su muerte. Que estas navidades sean de tranquilidad y felicidad en todos los hogares del Perú.

Juez Supremo