¡A por todas, señores parlamentarios!
Lo que prima en nuestro Estado actual, intervenido por los caviares, es la anomia que permite que aquel grupúsculo de indeseables, padrinos de la enorme corrupción que hoy campea en el país, domine a nuestra sociedad al amparo de un bien elucubrado mecanismo de chantaje, a partir del secuestro del sistema de Justicia violentando la Constitución. Un mecanismo suficientemente deformado por ellos para confundir a la población.
Luego, al amparo de la máxima “en tierra de los ciegos, el tuerto es rey” hacer de las suyas tras secuestrar, inconstitucional, antidemocráticamente espacios tácticos del Estado, desde donde dirigen al resto de la cúpula del poder constitucionalmente establecido. Nos referimos, en parte, a ciertos vocales de la corte Suprema, a quienes seducen con poderosos “cantos de sirena” transferidos desde oenegés extranjeras con bolsillo de payaso, decididas a transformar los paradigmas de nuestra sociedad. Lo mismo hacen con el Ministerio Público, desde donde los caviares ejercen coerción no sólo contra jueces y fiscales, sino contra todas las áreas del poder político (Ejecutivo y Legislativo).
Incluso contra cualquier mortal que no se allane a sus intereses. Función que desarrollan ayudados por la siniestra Diviac, policía política expresamente creada para dicho propósito. Este es el marco general de cómo opera actualmente un Estado, sometido a los caviares.
Es decir, basta que esos inescrupulosos hayan subyugado al Ministerio Público, como base de operaciones; y lo refuerzan, adicionalmente, con una indigna Junta Nacional de Justicia (JNJ), también corrupta, como quedó demostrado a la primera de bastos, separando a dos de sus miembros por actos indebidos.
Vale decir, los caviares manipulan nuestro país apelando a semejante supremacía de coerción, permitiéndoles alcanzar el objeto de sus intimidaciones –espantar a la contraparte– sólo mostrando la dimensión del aparato extorsivo que manejan desde la Fiscalía y la policía política.
Esta última a cargo de una siniestra figura policial llamada Harvey Colchado, especialista en el uso del chantaje contra el resto del aparato estatal. Incluso contra aquellos que se interpongan en su camino, sean estos desde jefes de Estado hasta simples mortales o lo que fuere.
Por cierto, para redondear la dimensión de semejante secuestro político –sin parangón en otras latitudes– resulta que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), incluyendo a ONPE y Reniec, también forman parte del aparato extorsivo que manejan los caviares.
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