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Perú: Un Estado fallido

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Fecha Publicación: 23/06/2020 - 22:00
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La administración de Martín Vizcarra Cornejo ha convertido al Perú en Estado fallido, luego que resurgiera de las cenizas gracias el esfuerzo, sacrificio y la perseverancia de una ciudadanía muy afectada por el maltrato que le produjo el socialismo sudaca tras el golpe militar de Velasco Alvarado –3 de octubre de 1968-, que desembocó en crisis durante la primera gestión aprista. Años después Humala estrenaba el curso destructor del internacionalmente reconocido Estado peruano duplicándole el costo fijo del país al multiplicar la burocracia, llenando de más de un millón de ganapanes rojos al Estado para disimular y consolidar las corruptelas de Ollanta y Nadine, ofreciéndole al ciudadano un falso mensaje de bonanza mientras quebraba la piedra angular de la minería con su arenga letal “agua antes que oro”.

Humala, recordémoslo, fue otro subproducto de Vargas Llosa igual que Toledo, Kuczynski y Vizcarra. Luego Humala le cedió la posta a Kuczynski, condicionado a que no lo investigue y, consecuentemente, la zurda no levantaría la alfombra sobre las corruptelas de PPK. El azar permitió que Vizcarra asuma el poder y, siguiendo la huella del su predecesor Kuczynski, consolidó aquel pacto fariseo entre la ex plancha centroderechista y la izquierda más infame. La consecuencia de semejante trío de incompetentes, destructores del Perú, repetimos, es el actual Estado fallido, incapacitando la administración del país y destrozándole las entrañas a nuestra sociedad rodeándola de corrupción, ineficacia y burocracia. Sobre todo de una corrosiva capa socialista, cuya meta es comunizar al Perú aprovechando el desgobierno –y consecuentemente el caos- derivado de esos malos gobernantes.

El impresionante estado de anomia que traspira el país -con su población desbocada, desprotegida, deambulando a pie en las calles por falta de movilidad pública, debido al paro de los transportistas que semanas antes el Presidente irresponsablemente ofreció solucionar subsidiando el sector y por supuesto incumplió su palabra; el pleno tránsito de combis, colectivos y taxis (todos informales) congestionando las vías como en sus mejores tiempos; interminables colas de ciudadanos para ingresar a las estaciones del Metro y el Metropolitano; decenas de miles de ambulantes ocupando vastísimas zonas de viviendas por medio Lima; los hospitales del Estado colapsados y sin medicamento, oxígeno ni respiradores, con médicos y enfermeras protestando en los alrededores por falta de pago, ausencia de equipos, etc.; crematorios y cementerios clandestinos por todas partes; el ministro de Defensa anunciando el domingo que los pases de trabajo y traslado entre distritos quedaban sin efecto desde el día siguiente, y horas después el impresentable premier Zeballos lo desmentiría sin temblarle la cara; ese mismo día el premier había visitado un hospital en Bagua -adonde llegó con una caravana de cinco patrulleros asistido por una veintena de asesores, hueleguisos, etc.- y tan sólo levantó los hombros cuando se le enrostró que en ese lugar un infante estaba ahogándose por falta de oxígeno y minutos después falleciera; informes oficiales cada día conteniendo cifras mendaces; programas de reactivación económica que nunca llegan; etc.- son prueba fehaciente de ese impactante Estado fallido que hoy es el Perú.