Outsider: tropezar dos veces con la misma piedra
El tiempo avanza, inexorablemente, y el inicio del proceso electoral 2025-2026 está a la vista. Como siempre, los protagonistas serán los partidos políticos, los ciudadanos en edad de votar y el Jurado Nacional de Elecciones (JNE).
Esperemos que esta trilogía cumpla su función con honestidad y transparencia. Sobre todo, con hidalguía en la hora de los resultados finales.
Sin embargo, hay desafíos que remontar, y pronto. Como sabemos, los partidos presentan una fórmula presidencial y listas parlamentarias. Es este acto que determina el acierto o desacierto en una lid electoral, ya que dependerá de las cualidades y virtudes del caudillo para generar (o no) el “efecto arrastre popular”, el mismo que, a su vez, se convierte (o no) en la locomotora que jala los vagones (listas parlamentarias) de cada territorio o región electoral.
Ahora bien, en el JNE figuran inscritos 25 partidos y otros están por inscribirse y suman veinte más. Nunca hubo tan elevado número de aspirantes a la presidencia. Aquí reside el peligro de la aparición de un nuevo outsider con características negativas como el del año 2021. Fue un miembro del JNE que dijo que la nefasta norma que permite la proliferación de partidos es la Ley de Organizaciones Políticas, que data de hace más de 20 años, con remiendos hasta por gusto y utilizada para desarticular y anular a los “partidos tradicionales”.
Empero, lo terrible del caso es que volveremos a caer dos veces en la misma piedra si es que por arte de birlibirloque se aprueba una normativa que permita a un candidato postular, a la vez, a la presidencia de la República y un escaño parlamentario.
Otro peligro es la vigencia de la norma que obliga a los militantes de los partidos a elegir candidatos por elección interna o por delegación. En ambos casos el número de votos debe representar el 10% del número total de electores. La experiencia nos permite afirmar que será muy difícil alcanzar ese porcentaje, el mismo que al no cumplirse el partido respectivo queda descalificado. El JNE debe tomar la iniciativa para modificar en el Congreso el caso aludido.
En otro ámbito, la valoración del voto es gravitante en el ejercicio del poder ciudadano. De allí la importancia del sufragio reflexivo y racional. No hacerlo da lugar al denominado “voto antisistema”, determinante en los últimos procesos y que, a juzgar por la incapacidad e inmadurez de gobernanzas sucesivas, ha conducido al descalabro económico y social del país. Se pudo evitar una calamidad anunciada gracias al profesionalismo y buena prospectiva del BCRP.
Actualmente, la presencia de cuatro nuevos ministros en el gabinete Otárola -en particular de Economía y el de Energía-, reorientaría el rumbo hacia el crecimiento y así tendremos condiciones favorables para elecciones generales y ejemplares.
Tomemos nota que la patria demanda a gritos que las instituciones tutelares de la República recuperen solemnidad, prestigio perdido y meritocracia de alta gama.
*Por Javier Díaz Orihuela, exsenador de la República
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