Odio vs. unidad
La estrategia del odio a la que recurre el candidato Pedro Castillo es oscura, perversa y destructiva. El odio es una poderosa emoción negativa que impulsa el deseo de dañar al otro. Castillo pretende que nos odiemos los unos a los otros, pero parece que más ha calado el llamado a la unidad de Keiko Fujimori, que ha logrado que los partidos democráticos apoyen su candidatura. Castillo llegó ayer a Arequipa y en el aeropuerto una mujer le espetó: “has inculcado odio a mi país. Tu plan oscuro no prosperará, me escuchas Pedro, no va prosperar. Lo cancelo […] Tu oscuridad, tu engaño y tu mentira, no prosperará, somos libres y vas a caer en la fosa que has cavado, de mentira y engaño”.
El odio que fomentan Castillo y los suyos en los menos favorecidos contra la clase empresarial y los más afortunados es un intento, calculado y planificado, de polarizar al país. Luis Miller, asesor del gabinete presidencial de España y miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), considera que “la nueva política basada en las emociones y en el uso de redes sociales, está acabando con el pensamiento reposado”. Y la falta de sosiego en una campaña electoral es poco recomendable pues nubla la mente y lleva a que el voto sea apenas una expresión de la irracionalidad y no una decisión meditada que considere las consecuencias que puede tener ir por uno u otro candidato. Como en otros aspectos de la vida, el odio puede llevar a tomar decisiones dañinas para uno mismo. No se crea que todo esto es resultado de un simple impulso natural, es más bien parte de una estrategia política que busca separar a los electores, evitar toda posibilidad de diálogo y construcción de acuerdos a partir del disenso.
Los mensajes son simples y apelan a la emoción antes que a la razón, no importa si es verdad o mentira. Por lo pronto Castillo y su gente han demostrado una facilidad desproporcionada para mentir. Luis Miller considera que la gran víctima de esta forma de hacer política es “la racionalidad”, al atrofiar la capacidad de análisis complejo en los votantes. Castillo y sus mitómanos tratan de generar discusiones allí donde hay consenso para polarizar, dividir, separar e intoxicar la mente y el espíritu de los peruanos.
Keiko Fujimori, a contramano, busca unir a los electores para librar a nuestra patria del narco-comunismo castro chavista que representa Castillo. La multitudinaria marcha del día de ayer, donde se dieron cita perro, pericote y gato, parece indicar que los verdaderos demócratas -y no los odiadores exaltados- han recuperado el control de la calle. Más fuerte que el odio propiciado por Castillo, es el llamado a la unidad de una joven mujer de 45 años dispuesta a cambiar al Perú en libertad y con paz.