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¿Oclocracia?

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Fecha Publicación: 20/08/2022 - 22:40
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Por Francisco Calisto Giampietri

Días atrás publicamos un artículo referido al manejo cuasi virreinal de nuestro país y que titulamos ¿el Estado soy yo? Lamento tener que aceptar que no estuve equivocado en lo que se consignó en dicho escrito, seguimos viendo día a día como el huayco asolapado de la destrucción de la institucionalidad va avanzando, entre ministros que cual fusibles van volando, al más puro estilo de los plomos eléctricos que antaño se utilizaban en las llaves de cuchilla. Más de medio centenar de ministros van pasando, siendo lo que es a todas luces un contrasentido la salida del último ministro del Interior, quien dícese despertó la ira del gobernante por querer cumplir su labor, aunque no sabemos si mientras escribo este artículo, para cuando se publique tendremos otro; ya que tenemos media docena de ellos en la bandeja de artículos desechados. Sí, es el único término que podemos utilizar después de ver cómo se han suscitado los relevos, utilizado la trillada frase “dándole las gracias por los valiosos servicios prestados a la nación” en sendas resoluciones supremas, la verdad es que ellos se enteran de que ya no son ministros por cualquier medio, menos por el que debería de ser y luego salen a contar lo que todos ya sabíamos ¡desde hace rato!, solo que ellos recién se dieron cuenta después que les tiraron la puerta en la cara.

La débil democracia que tratamos de construir en el país se ve seriamente amenazada, pues está siendo deformada de la misma manera que las monarquías se transformaron en tiranías, hoy nuestra democracia ha dejado de ser tal, sino invoquemos a lo que Polibio en la antigua Grecia definió como “oclocracia” y que Jean-Jaques Rousseau explica en su obra “El contrato social” como una degeneración de la democracia, desnaturalizando la voluntad general del pueblo, cayendo en lo que James Mackintosh describiera como un populacho corrompido y tumultuoso como el despotismo del tropel, nunca del gobierno del pueblo.

Es que hoy lo único que falta es que Castillo se pare en la puerta de palacio realizando la ablución y ver si libera a Barrabás basado en su concepto de voluntad popular, recuerde que el pueblo al que acudió Pilato crucificó a Jesús, ergo no es tan cierto creer que “Vox populi est vox dei” (la voz del pueblo es la voz de Dios).

Todos somos responsables de lo que hoy nos pasa y llevaremos este yunque sobre nuestros hombros por muchos años, este yunque que no nos permite caminar por la senda del desarrollo, la misma que se sustenta en las libertadas que brinda la democracia, las mismas libertades que hoy personajillos del gobierno de turno utilizan para atacar o justificar oprobios a instituciones tutelares de la patria, no nos queda más que hacer lo que cada uno debe hacer, en el lugar que le ha tocado vivir en este momento de la historia, para así cambiar el rumbo de colisión en el que la administración de turno está empecinado en mantener. ¡¡¡Despierta Perú... despierta!!!

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