¡Nos llevan de las narices!
Tanto va el cántaro al agua… que pronto ocurrirá alguna sorpresa muy grave en el Perú. Hemos llegado al extremo; al límite de lo imaginable en cuanto a desórdenes constitucionales y a violaciones legales. ¡Además de graves quebrantos al Estado de derecho! Al extremo de estar provocando peligrosamente las iras del ciudadano. El grado de tensión social, política, económica en que se encuentra el país nunca ha alcanzado los rangos del trance extremo que vemos brotar, cada día más y más. Resulta inconcebible que –aun cuando la tensión se encuentre en su más elevado nivel histórico– la clase dirigente del país no pestañee ante el panorama telúrico –al borde del estallido colectivo– que tenemos delante nuestro. Sin lugar a dudas, como sociedad hemos perdido, incluso, la capacidad de reacción frente al peligro, lo que revela la trascendencia del riesgo en que se encuentra nuestro país.
¡Empecemos por aceptar que el poder Ejecutivo no existe! El régimen Boluarte es un mito, rodeado por el halo comunista que abrigaba la gestión del régimen anterior presidido por el golpista, corrupto, ágrafo Castillo. Este tuvo, como vicepresidente, a quien hoy funge de mandataria, quien todavía no sabe de qué trata su papel. Por tanto, la gestión gubernativa está a cargo de un primer ministro con agenda propia y perfiles opacos. Para todo efecto, los ministros no existen. Son funcionarios sin experiencia en materia de las carteras que llevan; absolutamente desconocedores del auténtico significado de gobernar un país. Es decir, el país está desamparado, envuelto en un sinnúmero de problemas de vértigo, que abruman a una sociedad abandonada y amenazada por una colosal inseguridad ciudadana.
Tan lejanos a la realidad están los integrantes del Ejecutivo –desde la presidente, pasando por el primer ministro, ministros y la interminable parafernalia burocrática que compone un régimen de gobierno– ¡que ni siquiera tienen un plan de gobierno! En tales condiciones, no existe -ni habrá forma de organizar- una marcha coherente del país. De otro lado, el Congreso anda a su aire, con irresponsabilidad jamás vista en país alguno. Baste decir que ante la crisis económica de órdago que soportamos, los congresistas despilfarran cientos de millones de soles en llenar sus bolsillos, apelando al derroche presupuestal, asignándose bonos y cuanto concepto se les ocurra, a costa del Presupuesto Público. ¡Esto, repetimos, en plena depresión!
Paralelamente, el poder Judicial y su apéndice, el Ministerio Público, se encuentran secuestrados por la mafia caviar, que manipula al resto de estamentos del Estado vía el chantaje. ¡Gente jamás electa por el pueblo para gobernarlo, guiada por un plan de gobierno trazado por forasteros como Soros, Gates, Rockefelller, Ford, etc.! Hablamos de los ricachones del mundo que, anualmente, “donan” miles de millones de dólares para que sus ONG influyan sobre los gorritis, los garciasayanes, etc. (la gauche plutocrática criolla, integrada por académicos y profesionales iconoclastas alienados como masones por las ONG). Esta es la camorra que nos impone la agenda caviar para transformar al Perú, siguiendo los modelos retorcidos de unos acaudalados extranjeros que juegan a ser Dios.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.