¡No tomaron Lima!
¡La mayoría ciudadana rechaza la violencia! Sólo quiere trabajar en paz para reconstruir su país, recuperar el inmenso patrimonio que ha perdido el Estado y, consecuentemente, rescatar los bienes propios que se han esfumado.
Desde que improvisadamente en marzo de 2020 el miserable Vizcarra cerró todas las actividades del país, ante la llegada de la pandemia Covid, el desarrollo de los sectores público y privado entró en tirabuzón. A partir de entonces, arrancó una gigantesca retracción socioeconómica que desembocó en la quiebra de gran parte de las medianas y pequeñas empresas, golpeando financieramente a los grandes, medianos, pequeños negocios presas de la recesión.
Dicho sea de paso, el caos se apropió del país ante la impericia del régimen Vizcarra por falta de políticas sociales, sanitarias y económicas, culpable de que Perú fuera el país con mayor porcentaje de emprendimientos quebrados, y fallecidos por covid proporcional a su población. Así, el Perú entraba en un proceso recesivo, agravado por las elecciones de 2021, que para todo efecto arrancaron a mediados de 2020.
En paralelo, sospechosamente, fue ungido ganador el postulante del comunismo. Como consecuencia, la recesión se convirtió en crisis. Conforme avanzaban los meses -y la crisis político-económica se tornaba cada hora más caótica- Perú fue entrando en depresión. ¡Estadio que se calmó ligeramente, tras la vacancia de Castillo! Pero, casi inmediatamente, volvería a deprimirse a resultas de aquellos tres meses (diciembre 2020; luego enero y febrero 2021) de violentísimos ataques a nivel nacional, por huestes comunistas, exigiendo la libertad y reincorporación al gobierno del analfabeto, golpista, corrupto Castillo.
En medio de esta inestabilidad, sumada a todos los indicadores económicos en picada -y a un pesimismo sumamente crítico- ahora nos encontramos ante un trance cuyos graves efectos los sufren con más énfasis las capas pobres. Hoy la gente se siente desamparada, sin horizonte.
Encima, ayer se produjo la “tercera toma de Lima”, convocada por el mismísimo extremismo que llevó a la presidencia al golpista Castillo. Los argumentos para tamaña medida de fuerza son los mismos que usó el comunismo para desatar las asonadas de diciembre 2021, enero, febrero y marzo 2022: libertad para el indeseable Castillo (preso por quebrantar el orden constitucional y, en paralelo, imputado por gravísimos actos de corrupción en los cuales Castillo figura como jefe de una organización criminal que montó con familiares y amigos, que antes había ubicado en puestos clave del Estado para robarle centenares de millones de soles a los peruanos).
Otras demandas de los extremistas fueron el regreso de Castillo al palacio de gobierno; cierre del Congreso; elecciones anticipadas y referéndum para convocar a una asamblea constituyente para convertir al Perú en Venezuela.
¡Pero esta vez no cogieron desprovistos a los poderes Ejecutivo y Judicial, ni al Ministerio Público! Estas tres instituciones, además de la Policía Nacional, organizaron un plan preventivo que evitó el ingreso a Lima de armas de fuego, armas blancas, piedras, huaracas, etc., procedentes de Ayacucho y otras regiones, para desatar el caos en la capital y, consecuentemente, en todo el país. ¡Ayer, no lo lograron!
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