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Muerte a la maldita corrupción

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Fecha Publicación: 19/06/2023 - 21:50
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En el Perú sucede algo que en países desarrollados sería socialmente inaceptable. Aunque parezca increíble, desde hace muchos años vemos a sujetos probadamente corruptos seguir en libertad e incluso tener el atrevimiento de participar en política, a pesar de los indicios y los datos aportados por otros corruptos que los han incriminado. Muchos de estos repudiables personajes optan por convertirse en colaboradores eficaces y listo. Así consiguen la impunidad absoluta. ¿Qué nos sucede como sociedad? ¿Está fallando el sistema de justicia o ya no es importante castigar con severidad a quienes le han robado al Perú miles de millones de soles?

¿Cuántos años llevan los fiscales del equipo especial del caso “Lava Jato” investigando sin lograr una sentencia condenatoria? ¿Acaso la ex alcaldesa de izquierda Susana Villarán de la Puente no ha admitido haber recibido millones de dólares de las corruptas empresas brasileras? ¿No hay acaso empresarios e incluso un exministro de Estado que han aportado indicios sobre la supuesta conducta corrupta del impresentable Martín Vizcarra? ¿En qué quedaron los juicios por corrupción a Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia? Es de nunca acabar. Al expresidente Pedro Pablo Kuczynski lo tienen en el limbo y ni qué decir de los numerosos imputados de corrupción del régimen de Pedro Castillo. La mayoría está en libertad y algunos prófugos.

Lo dramático es que nadie levanta la voz. Los hechos demuestran que en las últimas dos décadas la mayoría de imputados por presunta corrupción son de izquierda o de la llamada izquierda caviar. Ellos, la ridículamente autodenominada “reserva moral” del país, hoy guardan silencio. Pero si alguien propone que a los presos mayores de 80 años se les deje cumplir su condena en su casa, inmediatamente le dirán fujimorista, porque en ese grupo etario se encuentra el expresidente Alberto Fujimori. Entonces no es un tema de justicia, sino de venganza porque él derrotó a los terroristas de Sendero Luminoso y el MRTA. Si de mí dependiera, yo le abriría las rejas y dejaría que pase sus últimos años con su familia. Él está enfermo y en una edad en la que debemos mostrar humanidad y grandeza. Basta de odios y rencores.

Por otro lado, vemos a miles de extranjeros en motocicletas asaltando, robando, extorsionando y asesinando a pequeños emprendedores que no tienen otra opción que pagar para salvar su vida o cerrar su negocio y llevarse lejos a su familia. Y lo que es peor, la Policía Nacional del Perú captura a algunos indeseables y luego los tenemos que mantener en los penales, darles desayuno, almuerzo y comida para que desde allí sigan extorsionando. El Perú gasta millones en delincuentes mientras miles de niños no tienen qué comer y no tienen acceso a una educación de calidad. ¿No es mejor deportar a los delincuentes extranjeros de vuelta a su país y se acabó el problema?

La corrupción es el principal obstáculo que tiene el Perú para alcanzar el desarrollo y el progreso que tanto ansiamos, pero para salir de este problema necesitamos a patriotas decididos que, realmente quieran acabar con este flagelo y con mano dura den señales claras de su compromiso con la sociedad.

Señores, si acabamos con la corrupción, el Perú en un lustro podría ser un país del primer mundo. ¿Se imaginan cuántas obras se podrían hacer con los 30 mil millones de dólares que se pierden anualmente por la corrupción? Tendríamos hospitales totalmente equipados y con medicina asegurada. Colegios modernos, educación de calidad, carreteras seguras, puentes, viviendas dignas, agua potable y oportunidades para todos.

Un trabajo paralelo se tiene que hacer para frenar a la delincuencia. El Gobierno debe mostrar decisión y firmeza, respaldar a las fuerzas policiales para que actúen con energía, como lo hace la policía en los países civilizados. Ya es hora de que los delincuentes empiecen a sentir terror ante la acción de nuestras fuerzas del orden y que no se atrevan a enfrentarlas.

Ha llegado la hora de tomar decisiones porque ya no podemos vivir más en un estado de cosas que no hace más que retrasar el desarrollo. Es tiempo también de pensar bien en la elección de nuestras próximas autoridades. Busquemos personas íntegras y decididas que no le mientan al pueblo. En muchos países la mentira es un hecho que es socialmente castigado y ya es tiempo que en el Perú aprendamos de esas experiencias.

Yo me reafirmo en lo que dije y no me cansaré de repetirlo: “Todo el tiempo tenemos que estar pensando en cómo traducir lo que digo para que a un cierto grupo de peruanos les parezca bien. Entérense de una vez, no me voy a disfrazar, no voy a mentir para caerle bien a alguien. Voy a seguir diciendo lo que pienso y creo que es bueno; y si a alguien no le gusta, lo siento mucho”. Esa es mi forma de pensar, aunque decirlo sea políticamente incorrecto y escandalice a algunos adefesios, con el perdón de los adefesios.

Por Óscar Becerra

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