“Mi gobierno combate la corrupción” ¿y ahora?
Al presidente Vizcarra evidentemente se le pasean las tortugas entre las piernas. Y ni se inmuta. Después de dos meses -y en pleno estado de emergencia- se percató de que Carlos Morán, su engreído ministro del Interior -junto con el comandante general de la Policía Nacional y otros miembros de la alta jerarquía policial- han venido robándole al Estado, y poniendo en riesgo la vida y salud de los custodios del orden. La práctica ha consistido en dilapidar millones en bienes y servicios, amparados por una etiqueta que decía “Urgente. Insumos para combatir el Covid-19”. Resguardados en ello, estos malos policías ensamblaron un programa de robos que, según la versión oficial, “Vizcarra desconocía”. Como consecuencia se produjo un asalto al Fisco cuyas dimensiones todavía no logran cuantificarse. ¡Aunque se ubicarían en el rango de decenas de millones de soles! La cúpula policial –de absoluta confianza de Vizcarra- orquestó este asalto en pleno estado de emergencia.
Vale decir, se sentía obviamente segura, patrocinada por el jefe de Estado. No obstante, estos amigotes del Presidente fallaron en algo que se repite casi como una norma. ¡Menospreciar el rencor de los subalternos! Hastiada porque en plena cuarentena, la falange policial comprobaba que sus más altos jefes promovian un saqueo a las arcas estatales -y se beneficiaban de ello, aparte de cometer otro delito: desatender a sus camaradas de armas contagiados y/o amenazados de estar infestados por el mortal Covid-19- pues finalmente se dieron maña para difundir -primero ante la prensa libre y luego en las alturas de palacio- los detalles del sobrecosto en las millonarias compras y el descontrol en las operaciones, apelando a proveedores que, en rigor, eran parientes, amigos o gente de confianza. Igual que aquellas “empresas” abastecedoras fantasma a las cuales recurriera este clan político-policial, tardíamente debaratado. Hablamos de mascarillas e implementos destinados a brindar seguridad al personal médico de la entidad policial, así como kits de despistaje del coronavirus, adquiridos al doble de su precio. Por último nos referimos al suministro de medicinas y equipos -de ínfima calidad- para los centros hospitalarios policiales que atienden a los custodios del orden, como a sus familiares.
Vizcarra ha pretendido sofocar este escándalo tomándole juramento –mal trajeado él y en una ceremonia poco menos que sigilosa- a un general PNP en retiro, para “cubrir” a su amigote Morán. Pero las cartas están echadas. Vizcarra es aquel mandatario que para destruir a la oposición, perpetró un golpe de Estado que acabó cerrando el poder Legislativo. La única justificación que dio fue que “mi gestión combate a la corrupción”. Sin embargo este gobierno está inmerso en un gravísimo hecho de corrupción, al haberle robado al país malversando millones -¡en plena emergencia sanitaria!- que debieron destinarse a cuidar la salud de los peruanos Inclusive haciéndolo mientras la ciudadanía se encuentra secuestrada en sus domicilios debido al ucase de un Vizcarra incapaz de manejar esta crisis de salud pública, que lleva dos meses desbocada. Lo comprueba el incesante aumento de contagios y las crecientes pérdidas de vida.