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Las dos Murillo

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Fecha Publicación: 16/09/2023 - 20:20
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Nuestro amado Cisne, Rubén Darío, que era tan generoso y de noble corazón, fue víctima de Rosario Murillo, una narcisista perversa que lo acosó y lo persiguió, y le arruinó la vida. Darío tuvo la desgracia de enamorarse de ella siendo un adolescente. La llamó la “garza morena” y se hicieron novios, pero cómo sería de abusiva con él, que los amigos del poeta lo mandaron a El Salvador para alejarlo de las manipulaciones de ella.

Afortunadamente, Darío se casó con la escritora costarricense Rafaela Contreras Cañas a quien amó profundamente y tuvo un hijo con ella. La alentaba a escribir y publicar, y él mismo escribió elogiosamente sobre los cuentos que publicaba con el pseudónimo de Stella. Pero, para desgracia de nuestro poeta, Rafaela murió repentinamente y dejó a Darío sumido en un gran dolor y desesperación, lo cual fue aprovechado por Rosario Murillo para caerle encima otra vez y manipularlo; y entre ella y su hermano Andrés que era su cómplice, se las ingeniaron para emborrachar al poeta y en ese estado casarlo con ella. Imaginemos el horror de Darío cuando tomó conciencia de lo que le habían hecho. Y ya de allí en adelante, la Murillo se dedicó a hacerle insoportable la vida al poeta.

Cuando Darío encuentra a Francisca Sánchez, una buena persona con la cual el poeta vive un amor verdadero y la llama “lazarillo de Dios en mi sendero”, Rosario Murillo sigue hostigándolo, y nunca lo dejó en paz ni aún después de muerto, pues le extrajeron el cerebro al poeta, y el cómplice y hermano de ella Andrés Murillo, se vio envuelto en un sórdido pleito por apoderarse del cerebro, aduciendo que era cuñado de Darío. Total, que el cerebro acabó rodando por la calle y la policía se lo llevó, convirtiéndose así, como dice Efraín Huerta, en su bello poema, en “el primer cerebro encarcelado”.

Hace años, Ernesto Cardenal dijo en una entrevista que el nombre Rosario Murillo es funesto para Nicaragua, pues “la primera Rosario Murillo acabó con Darío y la segunda asesinó la cultura en el país”. Darío escribió para Rafaela Contreras el bello poema “El poeta pregunta por Stella”, y poemas donde expresa su amor y gratitud a Francisca Sánchez, pero fue la Murillo quien le inspiró versos como estos: “¡Belleza! ¡las mujeres/ ¡oh magníficos seres, /que no son otra cosa/ que un rebaño de lindos luciferes!”, Y en “Coloquio de los Centauros”, dice Hipea:/ “Yo sé de la hembra/ humana la original infamia./ Venus anima artera sus máquinas fatales;/ tras sus radiantes ojos ríen traidores males;/ de su floral perfume se exhala sutil daño;/ su cráneo obscuro alberga/ bestialidad y engaño.// Tiene las formas puras del ánfora, y la risa/ del agua que la brisa riza y el sol irisa;/ mas la ponzoña ingénita su máscara pregona:/ mejores son el águila, la yegua y la leona./ De su húmeda impureza brota el calor que enerva/ los mismos sacros dones de la imperial Minerva;/ y entre sus duros pechos,/ lirios del Aqueronte,/ hay un olor que llena la barca de Caronte”.

Por Daisy Zamora

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