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La “nueva normalidad” marxista

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Fecha Publicación: 12/06/2020 - 22:20
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La izquierda internacional está exuberante con la pandemia Covid-19. Es su flamante caballito de batalla para consolidar el reentré del comunismo reciclado, que implosionó el año 1989 tras la caída del Muro de Berlín y la Cortina de Hierro estalinista. Los rojos entraron en depresión como consecuencia del desmoronamiento total de su catecismo marxista, que resultó incapaz de conquistar uno solo de sus objetivos. Empezando por generar la “igualdad social”. ¡Hizo todo lo contrario! En su vesania por acumular el más absoluto poder produjo sobre cien millones de muertes, asesinando cruelmente a sus opositores en nombre de una ansiada revolución que reformaría al mundo en un edén. Lo hizo acusándoles en forma vandálica –pero, sobre todo, sin pruebas– de conspirar contra “el Estado”. Es decir, contra la cúpula comunista elegida antidemocráticamente por imposición de los más sanguinarios.

Fue la URSS, conjuntamente con la China de Mao, el epítome de este barbarismo. En América Latina, los laureles se los lleva Cuba, gracias al paredón instituido por Fidel. Y recientemente el impresentable Chávez haría que Venezuela alcanzase su cuota histórica de muertes políticas. Hablamos entonces de más de un centenar de millones de asesinatos cometidos a nombre de una llamada revolución comunista, socialista, progresista o lo que fuere.

Repetimos, en todos esos casos el comunismo solamente trajo muerte, destrucción, pérdida de libertades, odios. Y, sobre todo, miseria. No hay nación comunista en el planeta que exhiba el bienestar social que pregonan sus impulsores. La revolución de los pobres es, en buena cuenta, la pauperización de la miseria; el sangrado de la utópica paz social, igualdad, progreso y felicidad del hombre. No sólo lo dice este escriba que ha repasado los anales de esa perversión disfrazada de idolología. Lo comprueba la historia. Con pelos y señales.

Pero claro, la izquierda es habilísima en la retórica y especialista en explotar la terrible fragilidad de los pobres; mayoritariamente incultos, cuando no analfabetos. Sabe tocar la fibra más sensible del ser humano. Su mensaje buenista atrae a las masas míseras, a la vez que inflama de rencor y rabia extrema a la gente desfavorecida, menesterosa. A esta gente la convierte en carne de cañón, obligándola a tomar la primera fila de la protesta social para actuar como soldadito de plomo en defensa de la cúpula marxista, siempre cobarde, que se coloca a la saga aguardando para dar el asalto final una vez que sus masas hayan quedado extenuadas y, consecuentemente, sometidas.

En estos momentos esa figura viene presentándose en el Perú y el mundo con motivo de la pandemia. La jerarquía marxista impulsa a las sociedades –fundamentalmente indigentes– a batallar contra “la derecha inhumana que agrede a la naturaleza”. Este mismísimo progre-marxismo –que manifiesta representar a los pobres– ahora lucha por implantar “una nueva normalidad” post Covid-19. “Nueva normalidad” que encarnará al Estado totalitario, progre-marxista, que en adelante será el titiritero que dirija su vida y hacienda, amable lector, amparado en “la urgencia de cuidarle” para evitar se contagie en caso surgiese alguna futura plaga letal, ¡fabricada por los rojos!