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La caviarada internacional nos difama

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Fecha Publicación: 14/09/2023 - 23:00
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El Perú está sometido a un incesante fuego graneado de organismos multilaterales, como Naciones Unidas y la CIDH. Esta última vil apéndice de la OEA.

Empecemos porque este segundo ente, disfrazado de guardaespaldas de un sujeto cuestionado que sigue a cargo del Jurado Nacional de Elecciones, “requiere al Estado peruano que dicte, en forma inmediata, las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y la seguridad personal de Jorge Luis Salas Arenas, su esposa, hijas, etc.”; además de una serie de otras impertinencias sobre el mismo tema. Es evidente que José Luis Salas Arenas montó un show en Washington, adonde viajó con dinero del Estado para denunciar, con falsedades, el rechazo mayoritario de la sociedad hacia él, por sus reconocidos y vetados métodos politizados para seguir conduciendo el Jurado Nacional de Elecciones.

En paralelo, ocho relatores de la ONU nos exigen “información sobre la situación de vulnerabilidad de personas del sector campesino y de pueblos indígenas, porque se ha incrementado”. Igualmente, aquellos relatores de la ONU cuestionan el número de muertes durante el “estallido social ocurrido en Perú”, como argumento para repudiar la declaratoria de Estado de Emergencia, en zonas estrictamente convulsionadas desde diciembre 2022 por manos de una izquierda desesperada tras la vacancia del golpista/corrupto Castillo.

De la misma manera, dichos relatores denuncian que los métodos usados por la fuerza pública peruana “habrían causado ejecuciones extrajudiciales y detenciones arbitrarias de muchos manifestantes; así como torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes de las personas detenidas en las comisarías”. No obstante, es evidente que las fuerzas del orden actuaron de manera proporcional, en defensa de una ciudadanía absolutamente mayoritaria ajena a los disturbios –de alta violencia– desatados por los protestantes azuzados por el Foro de Sao Paulo, el embajador cubano en Perú, “gallo” Zamora, Evo Morales, Nicolás Maduro, etc.

En simultáneo, Igor Garafulic, coordinador de la ONU en nuestro país, denunció al Congreso peruano por entrometerse en menesteres internos de la Junta Nacional de Justicia, “usurpando y arrogándose funciones que no le competen”, dijo, demostrando tal extremo de desprecio por nuestra nación que los integrantes de la Comisión de RREE del Legislativo han solicitado a la Cancillería el retiro del país del tal Garofulic, y su inmediata declaratoria como persona no grata. Estos y muchos otros hechos, antes denunciados por este escriba, enmarcan tales “reclamos” bajo el criterio de “campaña antiperuana” emprendida por una izquierda regional muy acomodada, tanto en Naciones Unidas como la CIDH.

Los flamantes representantes peruanos ante ambas instituciones multinacionales: el correcto constitucionalista Víctor García Toma y el exministro humalista, Gustavo Adrianzen, designados hace poco para sustituir a dos canallas –Manuel Rodríguez Cuadros y Harold Forsyth; ambos lustrabotas del golpista/corrupto/ágrafo Pedro Castillo– tendrán una ardua labor por delante para volver a poner en alto el nombre del Perú.

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