¡Guerra contra los caviares!
Si de verdad el Perú quisiera alejarse del estado catatónico en que se encuentra, resultaría insalvable reorganizar en profundidad su sistema Judicial, el Ministerio Público, la Junta Nacional de Justicia, el Jurado Nacional de Elecciones JNE, la ONPE y el Reniec; emplazamientos estratégicos del Estado que se encuentran secuestrados por la organización criminal de los caviares. Aquel esfuerzo implicaría evaluar a ciudadanos de primera categoría para que asuman cargos como nuevos jueces de primera instancia; vocales superiores y supremos, etc. Asimismo, una comisión de notables buscaría a los mejores peruanos –de acuerdo con parámetros preestablecidos por especialistas– para sustituir a esta lacra justicialista que ha conducido al Perú a un auténtico callejón sin salida. Esto que haría cualquier nación, preocupada por su vigencia y futuro –como debiera enfocarse el destino que nos espera si no cambiamos de realidad–, todo indicaría que no sucederá a corto plazo en el Perú. ¡Porque hemos caído en el pozo séptico de la estupidez y de la medianía, gracias a la conquista del Perú por la mafia internacional caviar! Cuidado que si no adoptamos medidas drásticas como las que comentamos, pronto seremos pasto de la voracidad extremista, que asumirá el control del país aprovechando la anomia en que hoy estamos. Una nación sin Justicia con mayúscula y sin un sistema electoral seguro y confiable, sólo está condenada al desastre en que nos encontramos desde hace ya década y media.
No existe alguna otra sociedad sometida a semejante desmadre como aquel en que estamos envueltos; víctimas de una atroz hecatombe recaída sobre una sociedad desorientada, secuestrada por una camorra como la “caviar”, que nos ha transformado en republiqueta gemela a Biafra o Haití. Porque si no despertamos de semejante pesadilla y continuamos comportándonos como pobres diablos –verdaderos descastados sumidos en el pánico por adoptar ideas drásticas, y espantados por lo que pudiera sucedernos– comprendamos que este país jamás tendrá compostura ni futuro como sociedad exitosa. La única manera de salir del desastre es reconociendo que estamos fatal: por tanto, hasta acá llegamos como sociedad democrática. Pero si, finalmente, decidimos despojarnos de ese miedo histórico del peruano a enfrentar los problemas por los medios que sean necesarios; vale decir, si optamos por encarar coyunturas incómodas –aunque básicas para reconvertirnos en aquello que fuimos hasta la primera década del presente siglo– pronto veremos la luz al final del túnel. Repetimos, amable lector. ¡La vía de la lucha política frontal contra la casta caviar es la única medida que lograra despojarnos del caos general en que nos encontramos! La alternativa de dejar hacer, dejar pasar es la vía rápida a la autodestrucción del Estado peruano. ¡Ha llegado el día de adoptar decisiones claras! ¿Seremos capaces de cumplir esta obligación? Porque de seguir confundiéndonos, debilitándonos y humillándonos como sociedad, permitiendo que esta camorra caviar siga apropiándose de todos los resquicios de nuestro Estado, las generaciones actuales pasarían a la Historia como grandes culpables de este imperdonable atentado contra la patria. ¡Algo que jamás debió ocurrir!
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