¿El Principito de nuestro Perú?

Viene a mi recuerdo aquella obra de Antonie De Saint-Exupéry que mi abuela solía leerme y os recomiendo releer, “El Principito”; dícese que apareció en nuestro imaginario nacional, ataviado con un sombrero, que dentro no escondía a un elefante como la boa en la referida historia y que lo único que representaba era a un farsante ataviado con un disfraz a modo de psicosocial, diseñado por sus marxistoides colaboradores extranjeros, además de estar provisto de un lápiz que no escribía y que presagiaba lo que sería su constante sainete más adelante, este embustero llevó con engaños a mucha gente a una trampa en la que cayó ensimismada por los estribillos de una campaña electoral y sus atuendos importados desde otras latitudes, escondiendo su verdadero fin ulterior, desparramar sobre nuestro país las semillas de “baobab’s” y así sus raíces de maldad se extiendan por completo en nuestra sociedad.

Muchas veces advertimos que la realidad no era la que trataba de mostrar el usuario del sombrero, que dicho sea de paso es utilizado por los hombres que trabajan el campo, cosa que él nunca hizo, sino buscaba esparcir el mal en nuestro país y destruirlo desde adentro, apoyado para esto por sus adláteres y corifeos, condenándonos en el tiempo y de haberlo logrado, a la supervivencia en un arrasado asteroide; muchos continuaron creyendo en la inofensiva imagen del dibujo del cordero y es que usualmente no vemos lo que realmente está frente a nuestros ojos, entonces parafraseando el cuento, nunca nos preguntamos lo esencial y terminamos ensimismados en la superficialidad, de lo que parecería evidente y no lo es tal.

No vimos pues que las semillas de baobab’s ya estaban enraizadas tiempo atrás y creciendo en nuestro tejido social, abonadas por la miopía de nuestro egoísmo, que hacía que perdiéramos la visión en lo que debimos de habernos enfocado y nos difuminamos en lo superficial, alimentando las brechas en nuestra sociedad, llevados de la nariz por nuestro desenfoque de la realidad fáctica, desconectándonos de la misma.

Ha llegado el momento de concentrarnos en lo que nos une y poner de lado lo que nos separa, esta necesidad de unión en nuestro país viene siendo más que entendida por nuestra juventud y la mayoría de nuestros connacionales, debemos pues de cuidarla y regarla como aquella flor, que más allá de su belleza, hoy está protegiéndose con sus cuatro espinas, de los tigres con sus garras, pero no ayudemos a proteger la flor de la unión, poniéndola detrás de un biombo que no nos deje ver lo que la realidad evidencia, que es esta necesidad de reconciliación y unión verdadera.

No esperemos las 200 puestas de sol en un día para entender que es urgente ver más allá de lo evidente y entendamos la necesidad de desaparecer de este planeta a las ratas viejas o no, hagamos esto antes de que terminemos como el bebedor del próximo planeta, que lo único que buscaría es olvidar que la vergüenza de nuestro egoísmo nos puede llevar a perder el país. No nos convirtamos nuevamente en el hombre de negocios del cuarto planeta, que so pretexto de su seriedad no tiene tiempo para nada, ni siquiera para entender lo que nuestro hermano de al lado necesita, no dejemos pues que el carnero se deshaga del bozal y se coma la flor, a pesar de las cuatro espinas que ella tiene para defenderse y que con tanto esfuerzo cuidamos.

Apelemos a la resiliencia de “El Principito”, no seamos ese hombre serio, que nunca olió la flor, ni contempló una estrella y que esa actitud nos lleve a ser un hongo en un planeta colorado.

#despiertaperudespierta

Vicealmirante A.P.(r) Francisco Calisto Giampietri

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